A raíz del 8M he recorado una anécdota que ocurrió, como no, antes de la pandemia.
La casualidad hizo que conociera a las dos partes protagonistas. Si bien conozco mejor a una de ellas, en este caso a la mujer, recibí los dos puntos de vista.
Sin más os cuento la situación:
En un bar (tasca de tapas, sitio de tardeo...) mi amiga recibió una invitación no solicitada de mi conocido, esta le dijo al camarero que no quería esa invitación y el invitador, cuando el camarero le devolvió el dinero, se molestó porque, según él, lo hizo sentir como un violador.
Ella le dijo que no quería sentirse con la obligación de hacerle caso por haberle invitado a su consumición.
El hombre dijo que se sintió atacado y que él sólo quería ser amable... etc.
Prefiero no comentar mi opinión y me gustaría saber que pensáis.