Introducción al texto del profesor Carlos Pérez Soto; Desde Hegel, para una crítica radical de las ciencias sociales.
Curiosamente, cuando ya en Europa casi nadie quiere ostentar semejante etiqueta, las universidades en América Latina se han llenado de “post modernos”. El retraso, y las reelaboraciones a que obliga, no son extraños. Ya antes el marxismo estructuralista, en los años 70, o el remoto existencialismo, en los años 50, mostraron características parecidas. Todo un tema, desde luego, para una sociología de nuestros campos intelectuales. Si a esta moda agregamos el insistente aguacero de “metodologismos”, y experticias técnicas cripto positivistas de la más amplia gama, el panorama de las ciencias sociales en nuestro continente puede ser desolador para cualquiera que crea que la producción intelectual podría ser algo más que mera escolástica y reproducción burocrática. Formalismo, barroquismo, repetición ritual, mera institucionalización del saber, impotencia explicativa, “evasión bajo pretexto de objetividad”, “censura a través de la producción en serie”, “cortina de humo de la jerigonza”, “torres de marfil y noria burocráticas”. Sostengo que esta situación tiene su raíz profunda en algo que puede ser resumido de la siguiente manera: la escolástica de la racionalidad científica. Tal como la filosofía de la cristiandad, en los siglos XII y XIII, se encontró con el revolucionario nacimiento de la primera modernidad y, en sus abadías y escuelas, creó y discutió, en un lenguaje que ya no era apropiado, las bases teóricas de la nueva época, sin saberlo, sin verlas de manera explícita, así hoy, un mundo nuevo se abre paso a través de estos barroquismos, en cuya impotencia filosófica manifiesta se trata de abarcar lo que les es de suyo ajeno, por que han sido trascendidos ya por las raíces de las nuevas formas de vida que tendrá el futuro. La base filosófica más profunda de las ciencias sociales organizadas como instituciones, o lo que llamaré en este texto la “operación del pensar”, que la enmarca y permite en ella lo pensable, en la misma medida en que dicta lo que le resulta impensable, está íntimamente ligada a la filosofía clásica de la modernidad. En particular al imaginario político y sociológico contenido en la dicotomía entre Ilustración y Romanticismo. Sólo explicitando ese fundamento es posible una crítica radical. Es posible poner de manifiesto as bases epistemológicas de la sorprendente esterilidad de sus discusiones. Hacer visible el marco que impide pensar más allá de sus aporías. Lo que sostengo en este texto es que, dada una cierta lógica en el devenir de la filosofía clásica de la modernidad, el pensamiento hegeliano, en particular su concepción de la lógica, podría ser apropiado para esta tarea de desmontaje profundo. Tanto los neo romanticismo, que presumen de post modernos, como la neo ilustración, con sus aparatosos metodologismos burocráticos, pueden ser vistos desde allí, por debajo de los temas particulares, desde la operación del pensar que los preside. Y, desde luego, en la medida en que resultan visibles en su estructura más íntima, es posible emprender su crítica.
Por supuesto no es el Hegel de las habituales, y casi rituales, discusiones marxistas el que me interesa. Ni el de los barroquismos, en el fondo derivados de Kojeve, que se han hecho frecuentes en Zizek, o en Judith Butler. No son las miradas, sorprendentemente exteriores, de Derridá o Heidegger sobre un filósofo que sospechan fundamental sin resignarse a examinarlo por sí mismo. Como se podrá apreciar en la Bibliografía, brevemente comentada, al final del texto, mi punto de partida es una lectura más interna, de algún modo más específica, o técnica, de las ideas de Hegel mismo, de acuerdo con un cierto consenso general, que ya hoy es posible conocer y discutir de manera productiva, entre los principales “hegelólogos” prendido un modo de estudio más estricto, más apegado al filósofo y a su contexto, que lo que ha sido habitual hasta hace poco. La tesis básica no es difícil de resumir y, con ella, el procedimiento que seguiré. Sostengo que el fundamento filosófico que enmarca la reflexión de las ciencias sociales, sobre todo de las que se empeñan en enfatizar su carácter de instituciones del saber, es una lectura pre kantiana de la filosofía de Kant, probablemente adquirida desde la enorme influencia que el neokantismo ejerció en las universidades europeas desde 1860. Creo que es perfectamente posible especificar en qué consiste ese fundamento y, luego, emprender su crítica, de una manera general y fundante, desde categorías construidas a partir de la lógica ontológica desarrollada por Hegel. En esta primera parte del texto me preocupa establecer este camino. Describiendo la manera en que Kant organiza el campo filosófico que tiene ante sí, y procede a una revolucionaria reelaboración, en que prácticamente ningún tema del pensar desarrollado por la modernidad queda sin remecer hasta los cimientos. A partir de esto, trato de especificar de la manera más clara posible una mirada de conjunto de sus proposiciones, el tenor general de su proyecto. Los fundadores de las ciencias sociales, y prácticamente todos sus seguidores institucionales, sin embargo, no han sido estrictamente kantianos. Importa mostrar cómo reformularon a su vez los temas filosóficos propuestos por Kant, y mostrar que lo hicieron, en general, volviendo a las bases más profundas de la idea moderna de la realidad, ampliamente establecidas en la tradición que va desde Bacon y Descartes hasta Hume. De manera rápida, me interesa sugerir los ejemplos más generales que muestran esta operación. Es desde esta perspectiva que una crítica radical de las ciencias sociales, fundada en la lógica hegeliana se hace imaginable. Pero una crítica de este tipo sólo se pued hacer desde un horizonte teórico que exceda el de la operación del pensamiento moderno. Esto significa razonar de una manera “post moderna” en un sentido preciso, distinto de las modas que circulan bajo ese nombre. He dedicado un apartado a defender la idea de un Hegel “post moderno”. Para esto he tenido que especificar qué se puede entender bajo ese apelativo formulando un criterio que tenga algo más de sustancia que la simple crítica a la Ilustración que predican los neo Romanticismos que se lo auto atribuyen. Una periodización heterodoxa como esta implica sostener que habría que ver en Kant al primer post moderno, en el concepto, y que la filosofía del idealismo alemán podría resultar mucho más sutil y profunda de lo que las acusaciones simples de “metafísica” y “especulación barroca” han sospechado, o siquiera imaginado hasta hoy. El rendimiento teórico posible de organizar la historia del pensamiento contemporáneo de esta manera sólo se puede vislumbrar desde la segunda parte de este texto, dedicada a formular categorías lógicas teniendo presente la lógica hegeliana.