Finalmente llegó el temido momento. Los antiguos amantes tenían que despedirse y lo hicieron en un intercambiador de transporte, un sitio muy adecuado, al menos metafóricamente, para decirse adiós y pasar página. Se abrazaron con ternura y se separaron, echándose unas últimas miradas mientras se alejaban a cámara lenta, en una interminable escena onirica que recordarían siempre con gran angustia. Sabían que se reencontrarían poco tiempo después, pero -en el fondo- también sabían que las circunstancias serían muy diferentes. Sería el momento de romper el bucle de vaivenes emocionales en el que estuvieron inmersos durante varios meses. Ni que decir tiene, hasta llegar a dicho punto, todo fue inadecuado, de hecho inadecuado en extremo… si existiese un antimanual de ayuda para superar una separación, este habría sido escrito, sin duda, por esta peculiar pareja. Pero la relación debía terminar, por la salud mental de todos los afectados.
Ocurrió de la siguiente manera: ella programó unos días vacacionales en la costa azul francesa (un entorno muy adecuado para resetear la mente y refrescar el coño), y se preparó convenientemente para pasar unos días inolvidables. Como parte del equipaje, un buen lote de preservativos y ropa interior erótica nueva ayudarian a precipitar los acontecimientos. Su deseo sexual y disposición a dejarse enamorar por algún galán folletinesco estaban fuera de toda duda. Así pues, lo que tenía que suceder, sucedió… las experiencias sexuales se produjeron y una tercera persona muy especial apareció en la vida de nuestra amiga. GAME OVER.
En cuanto a nuestro amigo, nada de esto le sorprendió, era algo que intuía y para lo cual había estado intentando prepararse psicológicamente en los últimos tiempos, con escaso éxito, por cierto. Finalmente la epifanía denominada “separación definitiva” se manifestó de forma desgarradora e inmisericorde. GAME OVER. Todo terminó… los besos apasionados, la lujuria desenfrenada, el sexo entrañable, los abrazos, las cosquillitas, las conversaciones eternas… ¿sería capaz de soportar tanta pérdida en el mismo paquete? La verdad es que nunca pudo superarlo… el pobre diablo se dedicó a viajar por el mundo sin rumbo fijo, con una mochila y un ukelele como único compañero de viaje, en busca de un sentido de la vida que jamás encontraría. Pero esa es otra historia…
Epílogo: Transcurrieron varios meses hasta que él recibió la noticia del embarazo de su ex-mujer. Al parecer fue él mismo quien la había dejado preñada, días antes de la despedida en el intercambiador. Y es que eyacular dentro en un arrebato pasional siempre supone un riesgo, pero ¿quién piensa en consecuencias en tales momentos? Contra todo pronóstico ella decidió tener el bebé, a lo cual su nueva pareja, un profesor universitario de pelo blanco muy pervertido y con un gran arsenal de teorías que narrar en la intimidad, no opuso objeción alguna. El curioso nombre que recibió la criatura (una preciosa niña) fue el muy “adecuado” nombre de “Inadecuada”, un nombre con el que la madre quiso rendir tributo a una época de su vida que le dejó una huella indeleble y -casi- entrañable.