Durante los últimos meses se suceden las fotos de corridas de toros en España con las plazas casi vacías. La tauromaquia tiene cada vez menos público en nuestro país y un inmenso porcentaje de los españoles rechaza estas prácticas.
Entonces, ¿por qué se siguen celebrando corridas? La respuestas es que montones de ayudas públicas mantienen con respiración artificial esta salvajada que ya no podría subsistir si tuviera que ser financiada con el dinero de los aficionados. Estas subvenciones públicas se producen a todos los niveles, desde estatales hasta municipales pasando por las autonomías.
O dicho de otra manera, si elimináramos las subvenciones públicas a la tauromaquia, esta actividad desaparecería de nuestra geografía en muy poco tiempo.
Los movimientos antitaurinos llevan muchos años luchando contra el maltrato de los toros y han tenido notables éxitos. Estos movimientos, al estar compuestos por aquellas personas de la sociedad más sensibilizadas con el sufrimiento animal, han tendido en muchas ocasiones a reivindicar la prohibición de los festejos taurinos. Esta reivindicación, que es muy comprensible y razonable para aquellas personas que consideramos una aberración dicha práctica, ha sonado radical entre grandes capas de la población. El típico comentario "no me gusta, pero tampoco lo prohibiría". Sin embargo, creo que hoy si existe una mayoría amplísima de españoles que estaría a favor de prohibir la subvención pública de la tauromaquia. Lo que podríamos llamar "el verano de las plazas vacías" genera el ambiente social idóneo para esta reivindicación, que por otro lado, como ya he dicho produciría en la práctica la eliminación de la tauromaquia.
Es por ello que creo que es el momento de lanzar una ofensiva definitiva contra la tauromaquia. Una ILP pidiendo el fin de la financiación pública de la tauromaquia no tendría mucho problema para lograr el medio millón de firmas necesario. Y muchos partidos políticos tendrían problemas para votar en contra de esa medida de sentido común.
Es el momento de que los movimientos antitaurinos concentren sus fuerzas en este golpe definitivo y transformen las imágenes de plazas vacías en el fin de la tauromaquia.