Los gabinetes de curiosidades

Entre los siglos XVI y XVII surgieron en Europa coleccionistas que almacenaban en sus gabinetes todo tipo de cachivaches que iban desde relojes, obras de arte, plantas exóticas llegadas desde todos los rincones del mundo, algún cuerno de unicornio, animales disecados, sangre de dragón o instrumentos con más o menos complejidad. Se trataba, por supuesto, de colecciones privadas pertenecientes a alguien rico: un burgués, un aristócrata o un rey, que trataba su colección como un museo y la exponía a todos los visitantes de su casa.

En Inglaterra, Alemania o España se solían llamar "cuartos de maravillas", “gabinetes de curiosidades” o “gabinete de arte y maravillas” o “sala de rarezas” y solo eran accesibles a aquellos designados por el dueño de la colección. El gabinete era un fiel reflejo del estatus de su dueño y por lo tanto estaba cuidado hasta el último detalle para poner en relieve la importancia del anfitrión.

En los gabinetes de la nobleza y de la aristocracia, el orden del gabinete iba encaminado a sorprender al visitante a través de artículos exóticos. Por el contrario, en los gabinetes de los burgueses el interés que aglutinaba la colección solía ser científico o humanista y tenían un catálogo más modesto pero más cohesionado que en los gabinetes "de alta alcurnia".

Los objetos que se exponían en los gabinetes se organizaban en dos grandes categorías: los Naturalia, objetos provenientes de la naturaleza como animales, plantas o minerales y los Artificialia, los artículos fabricados por el hombre. En el contexto del Renacimiento, los coleccionistas estaban muy interesados por estudiar el mundo que les rodeaba y por clasificar minerales, animales y plantas. Por supuesto, en los gabinetes había también un hueco para las alteraciones naturales como ovejas de dos cabezas (reales o falsas), cuernos raros y algún que otro fósil.

En plena época de los descubrimientos, poseer objetos que hubieran llegado desde África o América aumentaba el caché de los gabinetes y pronto se organizó una red de gabinetes que intercambiaba información acerca de la taxonomía de los animales, minerales y plantas que iban llegando de las nuevas tierras exploradas.

Los cuartos de maravillas tuvieron gran importancia en el avance científico, ya que permitían examinar muchos especímenes sin moverse del sitio, lo que era especialmente práctico para comparar seres vivos. Son muy famosas las colecciones de fósiles de esta época, que se comparaban a lo largo de toda Europa entre coleccionistas de curiosidades.

Los Artificialia

El Renacimiento es uno de los momentos históricos en el que se vuelven los ojos a la Antigüedad clásica y los gabinetes no quedaron ajenos a esta corriente. Numerosos artículos procedentes de la antigua Grecia y Roma comenzaron a fluir al mercado y acabaron en gabinetes de toda Europa, pero también se intensificó el tráfico con momias. De este modo comenzó a practicarse la arqueología, aunque fuera al principio como algo rudimentario más encaminado a lucrarse que a conocer el pasado.

Los objetos "artificiales" que formaban parte de los gabinetes iban desde las obras de arte en cualquier soporte a objetos cotidianos de culturas lejanas, sin olvidar artefactos e instrumentos científicos que venían a completar la colección. Además solía haber un rincón para exponer autómatas o máquinas con mayor o menor complejidad que atrapaban la atención de los visitantes.

Entrar en un gabinete de curiosidades era adentrarse en un mundo con una nueva estética, donde todo su contenido era susceptible de ser una curiosidad, desde los artículos a los muebles donde se mostraban. Estos muebles estaban llenos de cajones y de compartimentos secretos que ampliaban la superficie disponible para exhibir sus piezas.

La transformación de los gabinetes en museos

A finales del siglo XVIII con la llegada de la Ilustración, estos gabinetes comenzaron a abrirse al público en general con el objetivo de instruir a la sociedad. Los gabinetes fueron adquiridos en muchos casos por instituciones públicas y constituyeron el germen de los actuales museos.

En España tenemos el caso del Real Gabinete de Historia Natural creado a instancias de Pedro Franco Dávila durante el reinado de Carlos III y que constituyó el germen de varios museos, desde el Museo del Prado, el Museo Nacional de Ciencias Naturales, el Museo Arqueológico Nacional y el Museo de América. Las colecciones de Franco Dávila incluían desde cuadros a cristalería, pasando por algunos ejemplares de animales disecados.

Al igual que sucedió con el Real Gabinete de Historia Natual, los gabinetes europeos fueron desapareciendo desde finales del siglo XVIII y a lo largo del siglo siguiente. Sus colecciones pasaron a engrosar los museos de Ciencias Naturales o de Arte, y las piezas de menor valor quedaron como curiosidades de los particulares.

Si os intriga saber qué aspecto tenían estos cuartos, además de visitar los links que he enlazado os animo a que le echéis un ojo a la reproducción del gabinete de curiosidades que hay en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid porque está fenomenal.