Entrando en el tema de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en España, es alarmante el creciente grado de violencia con la que operan y el amparo legislativo, jurídico y mediático, con el que se les blinda.
Lo cierto es que estos funcionarios apenas tienen estudios y escasa cognición, lo que deriva en una gran crueldad y una desmedida soberbia. Esto es así por varias razones, la primera es que unos cuerpos con mejor formación, supondrían un mayor gasto presupuestario y menos garantías de obediencia y sumisión, en otras palabras son humillados, tratados con desprecio y ridículamente remunerados y todo con un fin, mantenerlos sumisos y con miedo. Ésta es una estrategia eficaz ya que si te humillan, humillas y si te maltratan, maltratas, de ahí su crueldad y la desmedida soberbia que algunos muestran. En otras palabras: son dóciles títeres a los que no manejan con hilos, sino con látigos. Ya sabéis, la letra con sangre entra.
Otra consecuencia de la amarga situación laboral que padecen (aparte de liberar con cólera el odio que reciben) es que su equilibrio mental al final se ve dañado, es decir, enferman. ¡En otras palabras, tenemos individuos con necesidades psiquiátricas, pululando con armas las calles de nuestras ciudades y pueblos, y por si fuera poco blindados legalmente hasta las cejas! Prueba de los daños mentales que sufren, es el altísimo porcentaje de suicidios que se dan en estos gremios desgraciadamente.
Necesitamos unas estructuras Ejecutivas mejor preparadas y menos violentas, crueles y soberbias.
No es mi intención de modo alguno faltar al respeto de estos cuerpos, únicamente plantear un problema que es un hecho y un llamamiento para resolverlo.