El título del artículo es principalmente para llamar la atención. El contenido es una opinión personal, y como suele pasar con el que escribe, también le gusta que lo lean. De todas formas a mitad del artículo se entiende el porqué de llamar a esto así.
Hoy en día, con la que está cayendo, hay que buscar en los políticos, más aún si cabe, si son buenas personas, si están preparados o no, y no quedarnos solo en su ideología. Un político de izquierdas o de derechas en una democracia debe dejar sus principios a un lado por el bien común. Si no es así que se dedique a la literatura. Hay que apoyar al político honesto, honrado y conciliador, que desgraciadamente son los que normalmente menos llaman la atención.
Los insultos, reírse de los que no piensan como tú, magnificar los errores de los que no te gustan y pasar por alto los fallos de los que si son de tu agrado... dice más de ti que todo lo que puedas hacer o decir en contra de los que tienen ideas diferentes.
Ahora mismo las etiquetas políticas son más anacrónicas que nunca. Una China comunista primera potencia económica mundial, y otro ejemplo para que se entienda, con todos los peros del mundo, una España, la de Franco, totalmente inadmisible como estado de derecho y de bienestar, pero donde el trabajador estaba más protegido, la vivienda era más accesible, se potenciaban las cajas de ahorro con fines sociales, había grandes empresas estatales, había más proteccionismo para formar una familia, etc.
Desde hace tiempo las palabras derecha e izquierda en el debate político se han convertido en dos frentes en los que tienes que elegir quienes son los buenos y quienes son los malos cayendo muchos en un falso dilema que parece no tener fin.
Con el tiempo este debate se superará y la democracia, con los grandes acuerdos que debe haber por simple supervivencia del estado de derecho, se asentará dejando a relucir quienes son los que quieren gestionar para todos, los que consiguen llegar a acuerdos con los otros, y los que quieren buscar el bien común, más que querer caer en gracia a sus simpatizantes.
Con las grandes catástrofes las personas por desgracia no cambian, ni durante ni después, solo las retratan. Es por tanto que esta situación tendría que servir para mirarse más a uno mismo, sin dejar de denunciar lo que haya que denunciar, y crecer en paz interior, en todo aquello que nos ayude luego a aportar a los demás, piensen lo que piensen, o hagan o dejen de hacer, siempre dentro de la legalidad. Hay mucho por hacer y las energías no son infinitas. Aunque sea por egoísmo usar esa energía en algo que te vaya a repercutir a ti mismo para tu bienestar, que implica sin querer en el de los demás, siempre será la mejor opción.