En el medio rural vemos las cosas más de cerca. No mejor, pero más de cerca. Así que voy a contaros una historia de hace bastantes años que a creo que viene a cuento.
Un tal Cipriano, nombre que me invento, tenía una parcela con una casa. Había intentado durante años comprarle la parcela colindante a Benito, pero Benito no se la quería vender. Cincuenta mil euros llegó a ofrecerle por ella, aunque no valía más de treinta mil.
Pero como nada es eterno, Benito se murió, así que Cipriano se dirigió al hijo de Benito y le dijo que estaba interesado en la parcela. El hijo de Benito se había ido a trabajar a Bilbao y dijo que sin problema, que si le volvía a ofrecer los cincuenta mil, que se la vendía.
Y Cipriano le respondió que los tiempos no eran ya los de antes y que bueno, que seguramente se la compraría, pero que tenía que pensarlo.
Así que el hijo de Benito se vio con cincuenta mil euros en el bolsillo y comenzó a gastarlos. No directamente, pero sí en compromisos. Se mudó de casa, mandó a los hijos a otro colegio... Esas cosas. Y Cipriano, que se enteró, le dijo que le podía dar cuarenta.... Pero que había que esperar un poco.
El hijo de Benito, aceptó a regañadientes, y esperó. Y seis meses después, escuchó que sólo serían treinta y cinco. Y dijo que vale, pero ya. Y Cipriano le dijo que si era ya, pero ya, tenían que ser veinticinco. Y el hijo de Benito aceptó veinticinco, porque se había entrampado hasta las cejas contando con los cincuenta que le habían prometido al principio. Y cuando estaban en el notario resultó que tenían que ser veinticinco por la parcela y la cuadra de al lado. O no había trato. Y el hijo de Benito volvió a aceptar. Porque estaba hasta las cejas.
A esto se le llama pro aquí encelar: poner la golosina delante del que vende para que gasta antes de ver el dinero y no pueda echarse luego atrás. El encelado es como un yonki, que vende a su madre por un pico.
Pues por ahí creo que va la cosa con los fondos europeos: nos prometen 140.000 millones. El Gobierno los empieza a repartir entre el IBEX, las autonomías, los ayuntamientos, los observatorios del arco ojival y los masturbatorios del bicho lloroso. Y luego la cantidad se va reduciendo, poco a poco, y va aparejando condiciones cada vez más onerosas, hasta que, a lo peor, para recibir el dinero hay que aprobar el despido gratuito o un hachazo del 30% a las pensiones. O las dos cosas.
Dependiendo de hasta dónde se haya atascado el Gobierno en su reparto y sus compromisos, así será lo que le pidan a última hora. Y justo a punto de firmar, pues vete a saber... Lo mismo aparece la Christine Lagarde diciendo que la semana que viene el BCE deja de comprar nuestra deuda y hay que darles también Ibiza...
Por yonkis del dinero ajeno.
Por pensar que los demás tienen la obligación de dar algo.
Por colgaos.