Ferreras vs Iglesias

El asunto va de este artículo:

www.meneame.net/story/enfrentamiento-entre-ferreras-pablo-iglesias-tra

Se trata de un enlace al vídeo:

www.lasexta.com/programas/al-rojo-vivo/entrevistas/el-enfrentamiento-e

Si no lo han visto es muy recomendable porque no tengo la más mínima duda que será histórico.

Lo he visto en directo y no daba crédito a lo que estaba viendo, y eso es mala señal.

Muy mala señal, porque ese espectáculo me lo imagino en una Islandia, en una Dinamarca o en una Noruega pero no en este país de indignados por chorradas y cómplices con todo tipo de tropelías que les permitan mantener sus privilegios.

Era un «casi» honesto intercambio de: «estoy hasta las pelotas, tío, pero este puto país no hay quién lo cambie.., a no ser que hagamos algo como lo que estamos haciendo, colega».

Era tan absolutamente auténtico, en este país impostado de verdad y de basura a raudales, que casi tenía que restregarme los párpados para cerciorarme que no había tenido una narcolepsia repentina y estaba en un mundo paralelo de ensoñación.

Uno, tratando de mantener una dignidad que tal vez no tenga, Ferreras, el otro, hablando como nunca se le ha visto a un político que esté en precampaña y que se esté jugando varios millones de votos, Iglesias. Un todo o nada. Un, «o cambiamos esto, o esto acaba con nosotros».

Muy interesante y oportuno el providencial corte de sonido, tan repentino, tan previsible, (si llevas toda la vida en este jodido país), que ha tenido el entrevistado, Iglesias, cuando la cotidianidad y campechanía de la conversación que recordaba, en esos momentos, más bien, a la que se pueda tener en los pasillos del plató después de haber sido entrevistado, que a un directo, directísimo.

Un corte de sonido que rememora esos periodos grises de otros tiempos. Tiempos del cuéntame. Tiempos en los que un opusino de altos vuelos, con el teléfono particular de un jefazo de RTVE, comentaba que la presentadora tenía un par de centímetros de doblez por encima de las rodillas y que aquello no era decente, y no volvías a verla en tu vida.

Ese intercambio de misiles verbales controlados, por supuesto, que para eso hay que evaluar los daños colaterales cuando se te pase la calentura, puede ser propio de una post-entrevista para digerir la mala hostia y el mal cuerpo de no haberte despachado a gusto en el directo.

En esa situación sí es fácil imaginar que uno podría estar hasta los cojones que le hagan la cama, Iglesias, y el otro ya empezara a cansarse de hacer ejercicios de volatinero para conservar un mínimo de honestidad en una situación que sabe perfectamente que es cualquier cosa menos un juego limpio, Ferreras.

Es como si hubiéramos asistido a una ruptura espacio-temporal por la que se hubiera vislumbrado durante unos minutos lo que podría ser este país.

Un puto fallo de matrix y, claro, los sistemas automáticos de contención han tardado bastante poco en reglar el asunto con el esperado corte de sonido.

Nunca, repito, nunca, he visto algo así.

No quisiera autoengañarme, pero ha habido un momento como si al propio Ferreras, que lo tiene todo supercontrolado y, en ese sentido, a pesar de ser un merodeador de las cloacas, sí que es un gran periodista, se le hubiera ido la olla y estuviera sobrepasando esos «confidenciales límites» que le han impuesto desde las altas instancias y estuviera tan, hasta los mismísimos cojones, como Iglesias, de ese statu quo, en el que en este país hay que hacer el típico paripé hipocritón en el que sueltas tres cosillas pero no te puedes pasar, porque si lo haces insistentemente estás muerto mediáticamente, estás muerto periodísticamente, estás muerto políticamente o, simplemente, y esto no es coña ni exageración, estás simplemente muerto.

Es obvio que las próximas elecciones son mucho más que unas simples generales.

Es obvio que nos estamos jugando un modelo de país. Un modelo de cómo se tienen que relacionar los políticos con los poderes y con la gleba. De cómo los periodistas tendrían que soltar mierda a raudales si se tuvieran las pruebas documentales pertinentes, que las tienen, pero que no lo hacen porque con las cosas del comer no se juega, amigo.

Es obvio que mejor será mejor mover el puto culo e introducir una papeleta en una urna, y con ese gesto, que tal vez nos pueda parecer una mierda de contribución, a lo mejor estamos colaborando para poner un ladrillo de contención en esa barrera que permita controlar a esos que nos dicen constantemente, qué tenemos y qué no tenemos que hacer, decir o pensar.

Hay que votar, coño, quiero ver al PACMA en el congreso.