Recientemente, algunos medios de comunicación han publicado los resultados de un barómetro del CIS en el que se preguntaban diversas cuestiones relacionadas con la igualdad. Especialmente notoria ha sido la respuesta a la pregunta “se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres que ahora se está discriminando a los hombres”, dando lugar a multitud de titulares como los siguientes:
EL PAÍS
RTVE
PÚBLICO
EUROPA PRESS
LOS PORCENTAJES
En primer lugar, si accedemos a la página 4 del documento del CIS comprobaremos que efectivamente un 44,1% de los hombres y un 32,5% de las mujeres manifiestan estar “muy o bastante de acuerdo” con la afirmación arriba mencionada.
Sin embargo, los medios de comunicación, al subrayar que solo el 44,1% y el 32,5% de hombres y mujeres respectivamente están de acuerdo con que ellos están siendo discriminados, transmiten implícitamente la idea de que el 65,9% de los hombres y el 77,5% de las mujeres están en desacuerdo; no obstante, si leemos bien las categorías de respuesta comprobaremos que estas no son binarias, sino que existen 7 ítems:
1. Muy de acuerdo
2. Bastante de acuerdo
3. Regular
4. Poco de acuerdo
5. Nada de acuerda
6. No sabe
7. No contesta
Si nos fijamos en la categoría “regular”, a su lado figura la indicación al entrevistador “NO LEER”; es decir, que los que contestaron “regular” lo hicieron sin saber que existía esa misma categoría de respuesta y podemos extraer la conclusión de que las personas que la indicaron, pensaban que los hombres estaban siendo discriminados en un grado medio. De hecho, las categorías de respuesta podrían traducirse del siguiente modo: los hombres estarían siendo discriminados en un grado sobresaliente, notable, medio, bajo, o inexistente. De este modo, la respuesta de ese 28,4% de hombres y 27,1% de mujeres que indicaron “poco de acuerdo”, se podría traducir como una percepción de bajo grado de discriminación. La explicación es la siguiente: la diferente entre “nada de acuerdo” y “poco de acuerdo” estriba en que la primera implica un rechazo total, mientras que la segunda deja un espacio abierto a ciertos puntos de verdad, por eso la traducción más aproximada sería decir que aquellos que indicaron “poco de acuerdo” en lugar de “nada de acuerdo” pensaron que los hombres sufrían algún tipo de discriminación de bajo grado.
Por lo tanto, si estableciésemos un binarismo como el que implícitamente han realizado los medios de comunicación, se podría concluir algo como lo siguiente:
El 73,3% de los hombres y el 60,4% de las mujeres consideran que las políticas de igualdad los discriminan a ellos en algún grado, habiendo un subgrupo mayoritario compuesto por un 44,1% de hombres y un 32,5% de mujeres que considera que se los discrimina de manera notable o sobresaliente; por otro lado, un 26,2% y un 38,4% consideran que a los hombres no se les discrimina en absoluto.
Tal y como los datos fueron presentados por los medios, se transmitió la sensación de que la mayor parte de la población pensaba que los hombres no estaban siendo discriminados de ninguna manera, lo cual no es cierto.
¿EL CIS HACIENDO TRAMPAS?
Si se acude a la página nº 8 del documento se podrá ver la siguiente imagen:
Se trata de la ÚNICA pregunta en todo el documento que no se realiza a los hombres. Y no es una pregunta baladí, ya que no trata sobre opiniones, sino sobre experiencias de discriminación que la persona ha sufrido por su sexo. Quizás se pudiera pensar que es imposible que alguna de esas categorías las pudiera vivir un hombre, y sería absurdo preguntarlas. ¿Vosotros qué pensáis?:
1. ¿Creéis que el pensamiento de que los hombres no sufrirían las anteriores situaciones es el motivo por el que no se les pregunta, o más bien pensáis que no se les preguntó porque muchos de ellos contestarían afirmativamente?
2. ¿Creéis que los varones están siendo DISCRIMINADOS en esta encuesta al no incluir sus experiencias en esas situaciones o creéis que no?
EL MACHISMO COMO EXPLICACIÓN UNIVERSAL
Muchos medios de comunicación, destacando ese 44,1% de hombres (y no tantas veces el 32,5% de mujeres), explicaron estos resultados como la consecuencia del miedo que produce a los varones los avances feministas y la pérdida de privilegios que les supone. A este respecto, en El Intermedio de Wyoming, la copresentadora Sandra Sabatés, lanzó el siguiente speech:
Parece adecuado recordar algo tan obvio como que el feminismo busca la igualdad entre hombres y mujeres, no busca superar ni discriminar a los varones. De manera que aquellos que se sienten amenazados o bien no entienden esto tan sencillo o bien confunden los derechos con los privilegios de los que históricamente han disfrutado por el simple hecho de ser hombres, porque tener la comida preparada, que te hagan la cama y que te limpien la casa a diario no se llama “derecho”, se llama “pensión completa”. Es evidente que sigue faltando pedagogía para entender que el feminismo es una conquista que nos hace mejores como sociedad. Todas las luchas por la igualdad de derechos han generado miedos y recelos…
Lo que Sabatés intenta transmitir es que, aquel 44,1% y 32,5% de hombres y mujeres, perciben discriminación porque se resisten a aceptar la igualdad entre los sexos. Bien, comprobemos con la MISMA encuesta del CIS si está en lo cierto. En la página 4 se pueden ver las siguientes imágenes:
Se observa cómo el 96% de los hombres y mujeres están o “muy de acuerdo” o “bastante de acuerdo” en que “la igualdad entre hombres y mujeres contribuye a hacer una sociedad más justa”.
Por otro lado, en la página 6, se puede observar cómo la gran mayoría de hombres y mujeres aprueban “que un hombre se acoja al permiso de paternidad”, “que un hombre asuma una parte igualitaria en las tareas del hogar”, “que un hombre recrimine a sus amigos por tener comportamientos machistas” y “que un hombre se defina como feminista”.
Por tanto, en base a los mismos datos del CIS, no se puede justificar que ese 44,1% y 32,5% de hombres y mujeres que dicen sentir que se discrimina a los hombres, sea enteramente debido a una falta de conciencia igualitaria entre los sexos.
Lo que es un hecho es que en nuestro país, en la actualidad, existen casi 500 diferencias de derechos entre hombres y mujeres, como podéis comprobar en esta página web, y un discurso obsesivo contra la masculinidad, por parte de las autoridades políticas, culpándola de todo lo culpable: de las violaciones (cuando el 99% de los hombres no viola), de los asesinatos a mujeres (cuando el 99% de los hombres no ha asesinado ni asesinará jamás a su mujer), de la violencia de pareja (cuando cientos de estudios señalan, que además de presentarse una simetría en dicha violencia, las motivaciones y los factores de riesgo más habituales no están relacionados con el género), de la brecha salarial (cuando la recientemente galardonada con el premio nobel de economía por estudiar este fenómeno, Claudia Goldin, señaló en esta entrevista que no es posible explicarla apelando a esa causa), etc.
Sin embargo, las autoridades políticas no verán ningún problema de género cuando las políticas migratorias de diversos países no acogen a varones refugiados, como fue el caso de Uruguay, o Canadá, cuando el plan migratorio del gobierno marroquí, financiado por la UE, incluyó la regularización de todas las mujeres inmigrantes, mientras que a los hombres se les evaluó caso por caso; cuando en España se rescató el delito de autor para imponer penas superiores a los varones en casos de violencia contra la pareja (muy similar al “agravante por desprecio femenino” existente en el código penal desde 1822 y abolido en 1983 por el PSOE); cuando los hombres fueron excluidos de las políticas microfinancieras para salir de la pobreza, solamente otorgadas a mujeres; cuando la mayor parte de los suicidios los protagonizan los hombres, siendo la principal causa de muerte en la población joven, y siendo el índice de suicidio masculino tras el divorcio ocho veces superior al de la mujer en las mismas circunstancias; y un largo etcétera.
Quizás el motivo por el que un buena parte de ese porcentaje de hombres y mujeres que sienten que en la actualidad la políticas de género les discriminan a ellos, no sea un miedo a la igualdad, sino el hecho de que a las élites políticas los problemas de género de los varones no les interesan lo más mínimo.