"El Encargado": anatomía de un edificio, anatomía de un país

Perdida en los catálogos de diversas plataformas, navegó sin mucha suerte en España "El Encargado", una serie argentina de la dupla Mariano Cohn & Gastón Duprat y que triunfó en su país.

Inteligente, mordaz, bien rodada, entrañable como pocas y peligrosamente adictiva, la serie te agarra muy fuerte sin recurrir a la tragedia o las trampas de guion, con una red de araña a la que te quedas pegado por esa mala baba y ese humor negrísimo que solo los argentinos judíos saben tejer, describiendo la anatomía de un edificio que es, realmente, la anatomía de todo un país.

La crítica social incendia la trama sin la más mínima intención de aleccionar, repartiendo hostias para todos: hippies adinerados, déspotas millonarios, sindicalistas peronistas, precarizados obedientes, generación X...revelando una descacharrante radiografía de un país que, por pura idiosincrasia, lleva cayéndose a pedazos desde el mismo día de su fundación. Una ruina que los argentinos convierten en oro puro con esa capacidad con la que solo cuentan aquellos que han logrado hacer convivir el chovinismo recalcitrante con la autocrítica corrosiva. Esa simbiosis que tanto dio al cine español hasta que se perdió.

La clave de esta maravilla son las actuaciones, empezando por un protagonista CAPITAL, el enorme Guillermo Francella, en un papel que parece haber sido creado expresamente para él.

Es ALUCINANTE lo de este señor, cómo se COME cada escena con esos ojos que tan pronto se asemejan a los de una serpiente en un manzano como a un ángel rubenesco, representando como nadie, el inmenso poder que transmite a una trama un protagonista lleno de claros y oscuros.

Francella convierte casi en leyenda un arquetipo novedoso o poco transitado: ese al que nadie presta atención y que, precisamente por eso, tiene en sus manos poder cambiarlo todo, un personaje sobre el que nadie depositaría el peso de una trama: el de portero de un edificio.

Al monstruo Francella hay que sumar el carisma de los veteranos secundarios, que dotan a "El encargado" de una viveza y nervios casi teatrales, algo imposible de ver en esos tanatorios limpios y perfectos en los que se han convertido las series españolas.

Medida al milímetro, la acción se va ramificando, y en ese proceso, Cohn y Duprat consiguen lo imposible: que te parezca sencilla pero fascinante, que la sientas tan lógica como impredecible. Cuando llegas al último capítulo se te queda un poso de amargura que no sentías desde hacía mucho al ver una serie.

Encontrar una joya como "El encargado", con esta crisis de contenidos por la que están pasando las plataformas, es todo un milagro.

No os la perdáis. La tenéis en Disney Plus (por ahora).