La diferencia entre no ganar y perder

Con la guerra de Ucrania medio parada, al menos sus líneas de frente, regresan los debates con los amigos sobre qué va a pasar en los próximos meses, y tanto aquí, en Menéame, como en otras barras de bar, me encuentro con demasiada gente que plantea el asunto en tono futbolero, o en tono sacerdotal, diciendo ya quién ha ganado, quién ha perdido, y dando por inútil cualquier movimiento posterior, como si el pescado estuviese ya vendido.

Y creo que no hay nada de eso.

El hecho de que Rusia le saliesen mal sus planes iniciales significa que no ganó. Pero no significa que haya perdido. Ni siquiera significa que no pueda ganar más adelante.

El hecho de que los objetivos iniciales de Rusia no se cumpleiran, y que parzca hoy imposible que puedan llegar a cumplirse a corto plazo, no significa que no puedan cumplirse en parte. Querían todo el país, estamos de acuerdo. Imaginemos que la guerra se estanca y se quedan sólo con un trozo del Donbas y toda la costa al sur del Dnieper. ¿Es eso perder? No. Sólo es no ganar todo lo esperado.

¿Qué clase de psicología manejamos cuando llamamos perdedor al que no consigue el 100% de sus objetivos? Y es que se trata de un tipo de pensamiento que no veo sólo en este tema. Lo veo en muchas más cosas, y me hace pensar que algo se ha obstruido en nuestras cabezas de unos veinte años a esta parte.

En mis tiempos, cuando alguien quería comprar todas las fincas de un polígono a punto de recalificarse y se le resistía la mitad, no se decía que era un fracaso. Había conseguido hacerse con la mitad de las tierras. Eso era todo. Cuando alguien, de infausta memoria, quiso hacerse con todos los camiones que operaban un transporte determinado, no se consideró perdedor porque se le escapase una quinta parte. No consiguió el monopolio, pero se forró de todos modos.

Pues en esta ya demasiado larga guerra, pasa lo mismo. No entro a valorar si Putin quería invadir toda Ucrania, o toda Europa, y se ha tenido que conformar, de momento, con un bocado mucho menor. Pero lo cierto, es que como dice un amigo mío, no hay tropas ucranianas en Rusia, así que Rusia no va perdiendo. Puede ser una victoria pírrica. Puede ser una victoria ruinosa. Puede ser un caramelo envenenado. Pero hoy por hoy, Rusia no pierde.

¿Y de qué van a ir los siguientes movimientos de esta guerra? Pues ahí está el problema. Occidente entiende que Rusia debe perder para dejar de ser un peligro. Y el caso es que, de momento, sólo se nos ocurre el modo de hacer que no gane, pero no sabemos cómo hacer para que pierda.

¿Alguien tiene una idea que no pase por incinerarnos a todos?