El día de la marmota - La república de Puchipuchi

Dice un buen amigo que la felicidad está en pertenecer al mínimo grupo de Whatsapp posibles. Y, ¡qué cojones! Tiene razón, la raíz de todos los males está en las cosas que lees. En este caso os hablaré de uno en el que me invitaron a no participar. Así que bueno, supongo que siguen ahí con sus esteladas y sus políticos presos, hablando de lo reprimidos que están y tal... Son sus cosas, y no hay que olvidar que los puntos de vista son como el culo: cada uno tiene el suyo. Como vino a recordarme uno de los participantes, la piel está demasiado sensible si tratas de hacer razonar al personal con el fondo de las cosas. Yo sólo pude responder que no tengo filtro con la gente que aprecio, así que para qué predicarle a un testigo de jehová que la transfusión le salvará en cualquier caso sin tener que encomendarse a un dios que lo salvará (o no) si esa es su voluntad.

Todo vino por la cobertura acerca del 1-O, en el cual la corporación audiovisual de Cataluña, conocida por la imparcialidad y la diligente independencia de la línea editorial (valga la redundancia con lo de "independencia" y la imparcialidad como la de Carlos Herrera en la COPE). Como les decía, nada que venga de ambos bandos tiene más valor que el de propaganda, y por tanto, que escuchen y aplaudan los conversos a sus respectivos bandos, y denosten al otro, que en mi solo encontrarán escepticismo y olvido.

Esto me lleva a pensar en el mundo en el que estamos: facebook prohibiendo las tetas de Marisol, y dando manga ancha a los grupos de ultraderecha, el manspreading y el mansplaining, el veganismo militante, PACMA y cualquier cosa en la que simplemente demostrar si no opinion crítica, sarcasmo, hiere el buenrollismo bienpensante, y todos a llorar al safespace para hacer puesta en común y coger las antorchas para quemar en la hoguera las ideas anticonvencionales. Queridos todos, bienvenidos a la nueva edad media, el neofeudalismo está servido (y ahora de verdad), ha venido para quedarse.

El subproducto: el obrero de derechas que se convierte a fanático de la economía colaborativa, donde falsos autónomos ejecutan tareas por 3 duros y se llega a final de mes gracias al banco de papi y mami, donde dan techo y cobijo mientras al niño le sale algo. Ah, amigüitos, estamos bien jodidos, porque todos van a cuchillo contra todos, devaluando el trabajo, dando "valor añadido" soluciones orgánicas y holísticas en un contexto ágil y dinámico donde la proactividad y la resilencia empodera al visionario, donde nos han dado por culo pero bien, donde nos han robado los derechos sociales con el argumento de que sale todo muy caro y si eso tal ya te haces con una mutua que te atienden super bien. Rodrigo Rato y José María Aznar se rien en nuestra puta cara con sus sueldazos multimillonarios, el duelo de palabras vacías entre Puchipuchi hablando a través de Kim Txorras y el gobierno para ver quien demuestra menos huevos y más cara dura rivaliza con el patético esperpento de Trump entre carcajadas ajenas en la sede de Naciones Unidas. Mientras, las infraestructuras de Estados Unidos se caen a pedazos y Lockheed Martin se llevó el contrato de su vida tras el pufo del F-35 para extender la vida operacional del F-22 hasta 60 años, sin tener que molestarse en dar explicaciones de por qué la mitad de la producción hasta la fecha no puede entrar en conflictos bélicos por "deficiencias en el software". Pero claro, eso es de superpotencia, porque en el país de las oportunidades se muere la gente por no poder rehipotecarse para pagar un tratamiento médico de larga duración, ya que la sanidad pública es de comunistas y hay que cargarselo a toda costa aquí y hasta en la China Popular. Y si quieres saber donde acaba todo esto, mirad a Bob Esponja. Tiene una segunda lectura interesantisima, más allá de hacerle pensar al enano el por qué de si están bajo el agua, Bob Esponja pasa el mocho por el Krusty Krab.

Malos tiempos para la lírica, tiempos tan interesantes como malditos para vivir. Me temo que en una sociedad de complaciente hedonismo la mayoría bienpensante vencerá y no convencerá, como ya pasó con Millán Astray y su "mueran los intelectuales, viva la muerte". Pobre Unamuno, qué lástima vivir en estos tiempos tan oscuros, donde ni siquiera tenemos a gente de su calibre en las posiciones donde arrear con argumentos incontrovertibles al plasma u holograma de turno; la polarización hace que todos se repartan el rol de llevar lacitos amarillos o ser fiel a la banderita rojigualda, y no hay nada entre medio, ni nadie que discrepe. Qué terrible tedio, qué terrible sensación de vacío. Quizá es que ya he cumplido con el ciclo que me tocaba y debería echarme ya, como es prerrogativa de los altos elfos, a dormir hasta que el mundo se renueve, o como Yoda y Obi Wan, a buscarse un planeta o rincón desierto donde apartarse del Imperio y su miseria moral. Esta panda de indigentes intelectuales que acaparan las portadas me aburren tanto o más que los pielfinistas, los indepeveganos y los obreros de derechas que les votan.

Gracias por hacer de vuestra existencia el epicentro del nihilismo.