Cuando me preguntan si creo en lo sagrado, siempre respondo que todos deberíamos hacerlo. Y cuando me preguntan qué es sagrado, siempre respondo que los Derechos Humanos y la separación de poderes deben serlo para cualquier individuo independientemente de su ideología. Por dos motivos:
El primero es que cualquier sujeto que no sea un psicópata ve reflejada la dignidad más intrínseca del individuo en los Derechos Humanos, y no existe nada más valioso en este mundo que esa dignidad. Por tanto, nada hay más merecedor de protección. Y como un derecho no vale nada sin las herramientas precisas para protegerlo, la separación de poderes es clave, siendo preciso un Poder Judicial que proteja al ciudadano sin pensar en los intereses de quienes mandan.
El segundo es que sin Derechos Humanos esto es la selva, y desde una perspectiva egoísta no nos conviene que lo sea (al menos al 95% de la población, es decir, a los menos poderosos). Si se establecen excepciones al respeto hacia los Derechos Humanos, y se justifica que en ocasiones puntuales no se apliquen (porque hay hombres tan malvados que no se lo merecen), quienes cortan el bacalao irán sacando paulatinamente nuevas excepciones y satanizando a nuevos colectivos para que, al final, todo aquel que les moleste quede fuera de su amparo.
Por eso, la única forma de asegurarnos una protección efectiva para cada uno de nosotros, es asumir estos derechos como algo sagrado, algo que bajo ninguna circunstancia se puede relativizar o inaplicar. O nos sucederá aquello que reflejó magistralmente Bertol Bretch:
Primero se llevaron a los comunistas,
pero a mí no me importó porque yo no lo era;
enseguida se llevaron a unos obreros,
pero a mí no me importo por que yo tampoco lo era;
después detuvieron a los sindicalistas,
pero a mí no me importó porque yo no soy sindicalista;
luego apresaron a unos curas,
pero como yo no soy religioso,
tampoco me importó;
ahora me llevan a mí, pero ya es demasiado tarde.
Por eso me preocupa lo que está pasando en Cataluña. Intentos obscenos de impedir candidaturas a President sin que la ley lo ampare (hasta el punto de que el Consejo de Estado acaba de declararlo), imputaciones de delitos inexistentes (rebelión sin violencia), prisiones provisionales sin que haya riesgo de fuga o destrucción de pruebas (hasta el punto de no dejar acudir a los presos a la sesión constitutiva del Parlament, cosa que sí dejaban a los etarras electos que se encontraban en prisión provisional). Y órdenes de detención que se activan o se retiran según conviene políticamente (hasta el punto de que el propio magistrado lo reconoce, véase www.meneame.net/m/Artículos/como-magistrado-reconoce-sin-sonrojarse-s ).
¿De verdad pensáis que los poderes que representa Rajoy no llevarán a cabo los mismos atropellos contra cualquiera que suponga una verdadera molestia para sus intereses? ¿De verdad pensáis que no se sentirán más libres para hacerlo si aplaudimos sus actuales abusos contra los independentistas? Pensad en todo esto y en antecedentes como la Ley Mordaza. Pensad que toda persona, por mucho que rechacemos sus ideas, tiene idéntica dignidad y los mismos derechos. Pensad en Bertol Bretch y en el efecto bola de nieve.