Si es que ya lo decía aquel experto en Cuarto Milenio. Que nos estaban fumigando, lanzando productos químicos en el cielo. Que nos estaban secando las nubes. Daba igual que en la misma mesa de debate un puñado de científicos le tomara por loco, él llevaba toda la razón: ¡estamos sufriendo experimentos para cambiar el clima desde los aviones! También lo decía el primo segundo del pueblo: nos están sembrando las nubes para robarnos el agua de lluvia. Que siempre era igual, que empezaban a crecer nubarrones por el Este barruntando lluvia, y ¡zas! aparecía un avión y la nube a tomar por culo.
¿Y ahora quién se ríe, eh? Ha tenido que venir una pandemia, que nos encerráramos todos, que no vuelen más que cuatro aviones de carga por todo el continente, para demostrar que ellos llevaban razón. Ha sido dejar de pasar aviones, dejar de fumigarnos, dejar de trazar los chemtrails por el cielo para que se abriera el grifo de la lluvia. No hay más que darse un paseo (virtual desde casa) por la geografía de nuestro país para ver cómo han vuelto las primaveras de antes, cómo los campos de Castilla parecen la campiña del Loira, cómo el litoral de Levante parece la costa Cantábrica, cómo los valles prelitorales catalanes parecen el alto Pirineo. Agua y verdor por todas partes, gracias a que ya no hay aviones cortando las nubes.
Y no son sólo sensaciones sujetivas, también hay datos detrás: desde el 14 de Marzo, en Barcelona ha habido 12 días de lluvia, que han recogido 312.4 mm; en Valencia 20 días de lluvia y 130.2 mm; en Madrid 24 días de lluvia y 134.1 mm y en Sevilla 19 días de lluvia y 108.2 mm. Abril aguas mil otra vez, como antaño, campos verdes y ufanosos, ríos y pantanos hasta los topes de agua. Y todo gracias al coronavirus, el confinamiento y las restricciones que han eliminado la contaminación de nuestros cielos. ¡Viva y bravo!
Pues va a ser que no.
Porque si eso fuera cierto, toda Europa estaría sumida en este mismo tiempo lluvioso, pero mientras nuestra Península Ibérica está teniendo una primavera muy húmeda (como la de 2018, por ejemplo, con miles de aviones surcando nuestros cielos), en París sólo han visto las calles mojadas 4 días durante el confinamiento, con unos misérrimos 5.4 mm. Tres cuartos de lo mismo en Berlín, con 4 días de lluvia y 3.0 mm. Y peor van las cosas en Ginebra, donde están cerca de que las ranas lleven cantimplora, al no haber llovido ni un sólo día desde que empezó el confinamiento, superando su récord de racha seca. Y el clima seco es la tónica en buena parte del este de Europa. Como ha publicado AEMET en su cuenta de Twitter, la Península Ibérica (y parte de Italia y la zona del Egeo) son la excepción a una sequía que está afectando buena parte de Europa.
Así que nada de chemtrails ni sembradores de nubes, si tu cuñado el conspiranoico o tu tío el del pueblo dicen que llueve más porque no hay aviones, podéis optar por decirles que eso no tiene nada que ver, que estamos inmersos en un patrón climático de altas presiones en el centro y norte de Europa que obliga a las borrascas a circular por el sur, trayendo más lluvia a nuestro país mientras seca buena parte del continente. O podéis optar por darles la razón como críos chicos y ahorraros una inútil discusión.