Fue cosa de una tertulia sobre el posible cambio de coche de una persona, pero la variedad de circunstancias fue tan grande que me parece interesante contarlo.
Por estos lares se habla casi siempre del precio y de la posibilidad tener un garaje con cargador. Son dos cuestiones fundamentales, por supuesto, porque sin salvas estos obstáculos, sobre todo el primero, no hay opción posible. Y aún así, resulta que al acercarse a las circunstancias personales d ela gente, se entiende mejor por qué no termina de despegar el cohe eléctrico.
Caso 1: Persona que hace 12 Km de lunes a viernes., y un viaje al mes de unos 350 (175+175) Km, a un pueblo de Galicia. Una vez al año un viaje de 900 km de ida y otros tantos de vuelta, a Alicante. Para el trasiego diario, le serviría el coche eléctrico. Para el viaje mensual, podría andar por ahí, ajustado, porque va y viene en el día y no puede recargar en destino. Y para el viaje anual, lo harían polvo, porque se va todo el mes y no puede estar en destino sin coche. Rechazo al coche eléctrico.
Caso 2: 1000 Kilómetros semanales, pero de un lado a otro, dentro de Castilla y León. Vacaciones, lejos, pero en avión, y desde Madrid, a donde llega siempre en tren. Dice que el eléctrico le podría valer si los puntos de destino tuvieran cargadores, pero no siempre es así y no se la puede jugar. Los cargadores pueden estar en la localidad, pero lejos del alojamiento y lo último que quiere es esperar una hora para recargar antes de irse al hotel, la casa rural, la fonda o lo que le toque. Ahora se niega, pero no lo descarta en el futuro.
Caso 3: Va andando a trabajar. Un viaje mensual de 250 kilómetros (125+125) y dos viajes anuales de 3000 Km (1500+1500), porque su esposa es extranjera, de un pueblo de cerca de Metz. Valoró comprarse un eléctrico y alquilar dos veces al año, pero las pegas de la limitación de kilometraje en los coches de alquiler y otras castañas por el estilo de ese sector lo disuadieron completamente.
Caso 4: Leonés con casa y familia en Vigo. Sólo saca el coche para ir hasta allí. Tuvo un coche eléctrico. Se deshizo de él por las innumerables aventuras que corrió en el trayecto para no quedarse sin batería. Son 394 Km. Con autonomía de 450 Km no llegas. O sí, si te sopla el viento a favor. O no, si hace demasiado frío o demasiado calor. Puedes parar a recargar en Verín, por ejemplo, si hay suerte y hay sitios libres y no están averiados. Pero un aviaje de cuatro horas se convuierte fácilmente en uno de cinco. El cargador en destino era también una enorme complicación pàra él. Que lo tenía y lo vendió, vaya.
Caso 5: Leonés que vive en Madrid. Allí, sin problema. Viene a ver a sus padres de vez en cuando a La Bañeza. Son una pareja con un niño pequeño. En transporte públicio hay que ir hasta León, cojonudamente en AVE, y son dos horas. Pero de León a La Bañeza hay que ir en Alsa 45 Km. Lo malo es que los horaruios no te coinciden y te comes tus buenas cuatro hora spara llegar a destino, y encima la estación de autobuses de La Bañeza está en culo del pueblo, totalmente a las afueras. Con un niño, trayecto caro y un horror. De la Bañeza a Madrid hay 307 Km. Sería factible, si no pillases atascos y si hubiese posibilidad de recarga en La Bañeza, que no vas a ver a los padres para tirarte una hora en una gasolinera d elas afueras. De momento, lo rechaza. Cuando pueda ir y volver sin cargar, lo compraría encantado.
Y así todo. Que cada cual haga cuentas de lo que son en realidad sus desplazamientos anuales. No se trata sólo de ir y volver a diario al trabajo, sino también, y veo que sobre todo, de klas necesidades familiares y de lso desplazamientos extraordinarios. Ahí parece que está el gran problema, fuera del precio y los garajes con cargador, por supuesto.