Cuchillas electrocutadas

En un océano de muñecos rotos con diferentes formas, reparo en las cuchillas electrocutadas. Ideadas para segar, sus creadores concibieron la electricidad como el estímulo que permitiría su movimiento incesante, su máxima eficiencia. Pero la carga es tan potente que electrocuta a muchas de ellas, y las vuelve inservibles. La gran mayoría son inservibles para sí mismas y quienes les rodean, y muchas acaban siéndolo también para los propios cerebros que les suministran la electricidad.

Mírate al espejo y recuerda quién eres. Busca dentro de tus ojos los recuerdos más dulces, aquellos que provienen de tus orígenes. Antes de que otros te enseñaran hacia dónde debías ir, tú lo sabías intuitivamente. Un instrumento de música, una escultura, un libro, un cuadro, una persona...¿Dónde encontraste el reflejo más fiel de la imagen de la plenitud? ¿Dónde te sentiste en paz contigo mismo, y ansiaste beber de una luz que no puedes tener en propiedad pero tampoco lo necesitas porque sólo con tocarla ya tienes suficiente?

Yo soy una cuchilla en proceso de electrocutarse. Como todas las demás, trabajo los fines de semana. Como todas las demás, elegí un trabajo distinto al que deseaba por miedo a no llegar a fin de mes. Como todas las demás, estoy olvidando quién soy. Como todas las demás, vivo dominado por el estrés, la inseguridad y el miedo al fracaso profesional, siendo esta situación invariable e independiente de los éxitos o fracasos laborales que pueda tener en un determinado mes. Y, a diferencia de la mayoría, soy consciente de mi situación.

Vive antes de que sea demasiado tarde. Recuerda que los momentos más luminosos de tu vida nunca te han exigido grandes sumas de dinero ni alabanzas. Solamente interactuar con aquello que amas, y volar junto a ello. Tómate el tiempo preciso para recordar quién eres, visualiza tu imagen allá donde se encuentre, y no dejes de correr hasta alcanzarla.