Dice el artículo 544 del Código Penal que "Son reos de sedición los que, sin estar comprendidos en el delito de rebelión, se alcen pública y tumultuariamente para impedir, por la fuerza o fuera de las vías legales, la aplicación de las Leyes o a cualquier autoridad, corporación oficial o funcionario público, el legítimo ejercicio de sus funciones o el cumplimiento de sus acuerdos, o de las resoluciones administrativas o judiciales".
Por este supuesto delito se ha impuesto prision provisional a los lideres de ANC y Omnium. Dice el artículo 503 de la Ley de enjuiciamiento criminal que procede imponer prision provisional cuando existan indicios razonables de la comisión del delito y sea preciso para asegurar la presencia del investigado "cuando pueda inferirse racionalmente un riesgo de fuga".
A lo largo de la historia reciente de este país se han producido decenas de sentadas y concentraciones pacíficas destinadas a evitar, temporalmente, que las fuerzas de seguridad ejecutasen medidas consideradas injustas por los manifestantes, quienes sabían que casi con total certeza no iban a poder detener definitivamente a los agentes, pero se colocaban frente a ellos para hacer visible su mensaje de protesta. En otras ocasiones, directamente se ha usado la violencia pura (véase Jarrai en el País Vasco). Jamás se ha imputado a nadie por sedición, pues la entidad y gravedad del delito requiere unas dimensiones de violencia generalizada y masiva que jamás se han dado.
Es kafkiano que imputen por sedición a los lideres de ANC y Omnium, cuando nunca se ha imputado a otra gente que, por ejemplo en Euskadi, si han usado una violencia real contra la policia cuando, por ejemplo, querían detener a alguien buscado por integración en ETA. Pero aún más demencial es que les impongan prision provisional cuando han acudido por su propio pie a declarar y son personajes públicos que han estado y pretendían seguir en primera línea hasta el final, por lo que el riesgo de fuga era inexistente.
Una medida ejemplarizante en un país donde la independencia judicial brilla por su ausencia. Un aviso a Puigdemont sobre lo que le espera a corto plazo. Un acto grotesco ejecutado en un contexto donde los prohombres del país no se dan cuenta de que, cuantas más burradas hagan, más independentistas nacerán.
Declarar la independencia con base en un referendum de pandereta es ridiculo e intolerable. Pero, con su absoluta torpeza, el Gobierno está provocando que cada vez más catalanes se aferren a esa pantomima como un clavo ardiendo.