Como introducción, no voy a entrar en el tema de discutir si un partido es de derechas o izquierdas. Si voy a entrar en que hace falta para que una izquierda triunfe y asumiré que PSOE y Podemos lo son. Podríamos discutir esto, ciertamente, pero no es el tema de este texto.
Lo siento, señores, no lo están haciendo bien. Cuando pienso en el votante del PSOE o de Podemos, pienso en gente que tengo alrededor que los ha votado o podría votar. Gente que los ha votado toda la vida y los ha dejado de votar. Y gente que igual tarde o temprano termine votando la ultraderecha. En España y en todo el mundo. Pienso, por ejemplo, en mi suegra.
Mi suegra es una señora de 70 años, que viene de una educación del franquismo. Es decir, mujer, sin formación. Que se dedico a ser cosedora toda la vida. Estudió lo que se estudiaba, corte y confección. Buena gente, pero pensamiento simple. La señora lo que quiere es que sus cuatro hijos (dos hijos y dos hijas) tengan trabajo con un sueldo y jornada razonable y cobrar ella su merecida pensión. Sanidad que funcione para ella y educación que funcione para sus nietos. Son necesidades básicas.
Durante una época de mi vida fui militante del PSC. Así que también pienso en todos esos viejitos, militantes socialistas de toda la vida que encontraba en las asambleas y que venían de una lucha en una época más oscura, el franquismo. Normalmente vienen del sindicalismo, ilegal en esa época.
Muchos de los problemas que tuvo mi suegra se han solucionado. La mujer tiene acceso al sistema educativo igual que el hombre, cosa que ella no tuvo en su momento. Pueden decidir que hacer con su cuerpo y hay una amplia gama de derechos que hoy están y que no estaban en su época.
Y hay cosas que están bien. Por ejemplo, el matrimonio entre personas del mismo sexo está bien, pero esto da para una tarde que se apruebe. Sacar a Franco de Cuelgamuros está bien. Pero da para una tarde. Centrar el mensaje político en estas cosas destruye a la izquierda, porque demuestra que no hay nada más detrás.
Y lo principal de los que se llaman izquierda es oponerse a los poderes económicos y eso no lo están haciendo. Cuando se ve un Tribunal Supremo que cede a los chanchulleos de los bancos, y el gobierno no hace nada para reformar el poder judicial de manera que sea independiente, pierde la izquierda. Cuando no se cambia el sistema impositivo para igualar la presión fiscal a la media europea, sin aumentar los impuestos a las clases populares, pierde la izquierda. Cuando uno está en un pueblo cerca del estrecho, con un 25% de paro, con los hijos de la señora Pepita parados, y llegando hoy inmigrantes sin permiso de trabajo, que mañana trabajarán por cuatro perras y sin derechos en el campo de Gibraltar, cosa que no van a hacer sus hijos, se está destruyendo a la izquierda. Cuando mi amigo Salva, que es camionero, resulta que se queda sin trabajo porque la UE permitió que los camioneros rumanos por cuatro perras le quitaran su trabajo, se está destruyendo la izquierda. Cuando mi mujer, de izquierda de toda la vida, ingeniera, resulta que cuando nacieron sus hijos decidió quedarse en casa para cuidar a nuestros hijos durante sus primeros años y que lo único que le interesaba era que su marido tuviera trabajo para que ella pudiera hacer eso y desde la izquierda le dicen que muy mal, que esa actitud es errónea, o pasa de sus necesidades, la izquierda está perdiendo. Porque la mujer lo que debe ser es libre. Libre para estudiar lo que quiera. Y libre para decidir lo que quiere hacer con su vida. No de nuevo, como ha sido siempre en la historia, presa de quienes le dicen lo que está bien o está mal. Normalmente fueron los hombres y ahora son otras mujeres las que quieren decirle lo que está bien o está mal. Le dicen que debería trabajar, ahora ya lo hace, y le dicen que el amor romántico está mal. Y ella quiere amor romántico y sobretodo que nadie le diga como debe ser su amor. ¿De verdad es hacer política de izquierdas que una ministra nos diga que el amor romántico está mal? ¿Y los problemas de verdad, señoría?
Nos encontramos a unos que se llaman izquierda, que solo hablan y solucionan unos problemas que no son los que tiene la mayoría de gente que vota o puede votar izquierdas. Trabajo, empleo, enfrentarse a los poderes económicos que se ve que siempre salen ganando, día tras día. Siempre. Sin excepción. Vemos que se habla del problema de las pensiones y que no se habla de recuperar el rescate bancario. Y vemos que cuando sale Teresa Rodríguez a hacer una valoración de las elecciones andaluzas lo primero que dice es que les van a encontrar enfrente cuando se afecten a los derechos de las mujeres (de lo que ellos llaman derechos de las mujeres, esos en los que no se siente incluída mi compañera en la vida). Que nos hablan de los problemas del racismo, que es correcto, pero no nos dicen nada sobre cómo van a controlar la entrada de esos inmigrantes ilegales que tienen un trabajo de birria y son abusados por empresarios sin escrúpulos, mientras otras madres tienen a sus hijos sin trabajo. Que no dicen nada de devolver a los que no deberían estar aquí y de machacar a esos empresarios sin escrúpulos para que contraten a gente con horarios y sueldos dignos. Para que contraten al hijo de la señora Pepita. Y además que esos empresarios paguen los impuestos que deben pagar.
En definitiva la izquierda no está donde debería estar. Y obviamente la ultraderecha tiene un discurso populista que es fácil que cuele en muchos. Mientras la izquierda no asuma que lo que quiere oír la gente que puede votarlos es que se ponen impuestos a los que más tienen, que se trabaja para los españoles, no para los que no lo son, que se trabaja para el empleo, que se recuperan cosas como el rescate bancario, mientras lo primario no sea el foco y el foco sea hablar lo secundario, hablar de mujeres (de una manera que muchas no se sienten identificadas), transexuales y acogida de inmigrantes, entonces la izquierda perderá. Lo secundario va después de lo primario. No se puede hacer el techo, sin antes haber construido las paredes.
Se que este mensaje no será bien recibido por mucha de la izquierda militante. Pero la izquierda militante es una minoría de los que pueden votar izquierda. Si quieren que los voten, céntrense. Sino la ultraderecha irá ganando cada día más adeptos. Y los que van a terminar votando en masa a la ultraderecha, como en Francia, son los más desfavorecidos, los que deberían votar a la izquierda.
Resumiendo, la izquierda debe tener claro que hay unos objetivos primarios y unos secundarios. Que es primario y que es secundario. El objetivo primario de toda persona es tener una vivienda y trabajo (comida) asegurados, dignidad en el trabajo y que los que más tienen paguen muchos más impuestos para financiar servicios sociales, una buena sanidad y un buen sistema educativo. Que no se ceda a las empresas y a los poderosos. Una justicia para todos y no una para los ricos. Esos son los objetivos primarios. El tema feminista para la mayoría de mujeres si no tiene trabajo, ni vivienda no sirve de nada y menos cuando la miran mal por ejercer su libertad las que dicen que la defienden. Los derechos sexuales afectan a una minoría de la población. Son importantes, pero no tanto como lo que es necesario para todos, pan, techo, seguridad, salud y educación. Mientras la izquierda se centre en los problemas secundarios y no haga nada en los problemas primarios irá perdiendo votos. A una mujer que no tiene trabajo, si un partido de izquierdas se pasa el día batallando para que diga un texto ellos y ellas, en lugar de ellos, se va a ir a votar a otro. Porque su problema es que no tiene trabajo y que la van a desahuciar. Que a los bancos se les rescató y a ella no se le va a rescatar. Se puede trabajar en objetivos primarios solo. Se puede trabajar incluso en primarios y secundarios. Lo que no se puede es que el discurso todo el día este centrado en objetivos secundarios y los primarios ocupen el 10% del relato y el 0% de lo que se hace.
Los que leen esto se pueden enfadar mucho con este enfoque, pero mientras ustedes se enfadan por el enfoque ya han perdido un voto. Y la ultraderecha lo ha ganado. Mientras siguen discutiendo sobre si siguen haciendo lo mismo o cambian radicalmente, la izquierda se va desangrando. Y sobretodo hay una cosa clara: si hacen lo mismo, pasará lo mismo.