Cosificad@

Una tarde muerta de sábado frente a una pila de ropa por planchar acumulada durante la semana. Me pongo a ello con la tele sintonizada en uno de esos programas de entretenimiento dirigida a ese tramo de edad al que me acerco cada vez más.

El presentador anuncia a la pareja protagonista de una nueva serie de televisión de la misma cadena con gran entusiasmo, sobre todo, en lo que respecta a la actriz a la que abraza de una manera muy efusiva. La entrevista avanza y el presentador, reproduzco literalmente, comenta: “[en la serie] a él no le importa que su mujer se líe con el hijo del jefe. [...] Te digo una cosa, si yo estuviera casado con ella a mí tampoco me importaría compartirla, porque compartir algo como ella, perdón, alguien como ella es mejor que quedártela para ti sólo”. Esto no sería más que una anécdota si no hubiese visto a ese mismo presentador cosificar de manera evidente más de una vez a una colaboradora del programa que cocina en directo utilizando juegos de palabras de pésimo gusto aprovechando la extensa variedad de formas y dobles significados de nombres de verduras y frutas.

A estas me pregunto dónde están los defensores del espectador, asociaciones de mujeres y demás activistas que no ponen el grito en el cielo con lo que estoy viendo.

Entonces caigo en la cuenta de que el presentador es una presentadora, la actriz, un actor y la cocinera, un cocinero.