Como el miércoles

En el próximo párrafo voy a hacer un chiste sobre Diana Quer. En el próximo párrafo voy a hacer un chiste sobre Maite Pagazartundúa. En el próximo párrafo voy a hacer un chiste sobre un niño que se suicidó porque le hacían bulling en el colegio. En el próximo párrafo voy a hacer un chiste sobre la madre que mató a su bebé la semana pasada, tras dar a luz. En el siguiente párrafo voy a hacer un chiste sobre un marido que no ayuda en casa. En el próximo párrafo voy a hacer un chiste sobre los abogados de Atocha. En el siguiente párrafo voy a hacer un chiste sobre el suicidio de Chris Cornell. En el próximo párrafo voy a hacer un chiste sobre una chica que se quedó embarazada y murió al recibir un aborto de manera clandestina en Bolivia. 

No sé como hago para estar siempre en el medio de todo. Como los días que no son los favoritos de nadie. Yo soy como el miércoles. Puede ser simplemente que mi ego es tan grande que busco siempre la posición en la que me enfrento a todos a la vez, desde la que puedo mirar a ambos lados, resoplar, y decir «estoy rodeado de idiotas». Lo cual me convertiría a mí en el idiota supremo, ya que no busco la verdad, sino simplemente quedar por encima. 

Pero es que en todo esto del Charlie Hebdo, Francia y el terrorismo, no hago pié. Por un lado, detesto el multiculturalismo. Y como toda persona de bien, detesto la violencia y el terrorismo. Pero por otro lado, no soporto a la gente que no entiende la ofensa a los sentimientos religiosos. 

Vayamos por partes. ¿Qué es el multiculturalismo? Ojo, no es lo que parece. Las palabras evolucionan, a veces muy a su pesar. Se trata de un engendro ideológico creado por la izquierda, y que va contra el sentido común, según el cual, todas las culturas son válidas e iguales (lo cual es posiblemente cierto), y es una forma de agresión pedirle al inmigrante que se integre (lo cual es llevar el asunto demasiado lejos). Esta es una de las muchas grandes contribuciones al progreso con las facultades de humanidades nos han deleitado. Esta doctrina se ha seguido con fervor en las socialdemocracias, por una mezcla de buenismo pijo de Aravaca y culpabilidad histórica colonial. 

No. El anfitrión debe de ser honrado. El huésped debe de ser cuidado. Y este respeto debe fluir en ambas direcciones. Solo funciona si nadie olvida su sitio. Por eso no entiendo a esos árabes que vienen a Europa a predicar sus salafismos y sus cosas, y están todo el día jodiendo, con sus imanes radicales y su tradicionalismo que no encaja en 2020. Me parece grosero, maleducado. Desagradecido. Y no tiene nada que ver con los árabes que he conocido toda mi vida en España. Doy fe: otro tipo de moro es posible. 

Por otro lado, no entiendo que la gente no religiosa no comprenda que uno se pueda ofender cuando se meten con su religión. Estos ateos cerebrales, son ilustrados, pero con una razón limitada en el terreno de la empatía. Me pasó con las idiotas de la procesión del coño insumiso, o las tontas que se quedaron en tetas en la capilla de mi universidad, y que ahora son concejalas, que te chillan si no usas el lenguaje inclusivo pero que no entiendan que mi abuela llorase en misa en Valladolid los domingos, o mi otra abuela llorase a su vez pegada a la radio escuchando el sermón del viernes en Alepo.

Todos tenemos algo sagrado. Todos. Todos tenemos algo con lo que no permitimos broma alguna. Ya sean ateos o feministas. Ya sean cristianos o polemistas. Todos tenemos algo con lo que no se puede jugar. 

Y así llegamos al tema de Charlie Hebdo, y la llamada defensa de la libertad de expresión. No entienden que esas portadas revuelvan el estómago a la mitad del planeta. Hemos de tener libertad para hacer daño, parecen querer decir. Yo sé que en realidad se les ha acabado el talento, y cuando se te acaba el talento, ofender es la vía fácil para seguir ganando dinero. Y por otro lado están los líderes europeos acomplejados que han hecho del multiculturalismo bandera, y no tienen huevos a decir que a Europa se viene a integrarse, que bastante se ha sufrido en este continente para llegar a la paz social. Guillotinas cortando cabezas en Francia, cámaras de gas en Austwitch, tanques rusos aplastando al socialismo humano en Praga, tricornios bigotudos secuestrando el Congreso en Madrid, millones de muertos para poder vivir en paz, gigatones de sufrimiento para llegar a esto. Tenemos que honrarlos. Tenemos que pensar en el conjunto antes de actuar.