En el mundo, ahora mismo estamos viviendo una época marcada por unos principios filosóficos de carácter colectivista; ponemos el colectivo sobre el individuo. A priori, puede no parecer tan mala idea, pero cabe destacar que este tipo de pensamiento puede comprometer las libertades y los principios de la ilustración europea; los cimientos básicos de nuestra civilización.
Para un colectivista, las mujeres son oprimidas por los hombres en todos los casos; los blancos, por ser blancos, siempre parten de una situación de ventaja en todos los campos de la vida y la gente de otras razas están subyugadas al “supremacismo blanco” ya que se supone que los blancos crearon el mundo que nos rodea.
El problema con este tipo de pensamiento es que no tiene en cuenta los casos individuales de cada uno. Por ejemplo, para un colectivista, la candidata ideal para ganar las elecciones norteamericanas de 2016 sería Hilary Clinton por el único motivo de que es mujer y, según el colectivista, hace falta que una mujer mande. En resumidas cuentas, no nos importa quién es o lo que ha hecho; por el mero hecho de ser mujer, se merece mi voto. No importa que ya haya nacido mujer y esto no sea meritorio. Mucha gente piensa que este tipo de razonamiento no solo es progresista, sino que es necesario e imperativo para mejorar el mundo.
Tal y como hemos visto antes, el colectivismo requiere de un cierto tipo de lógica llamada lógica inversa, en donde se toma la consecuencia como causa y no al revés. En resumidas cuentas, no hay mujeres presidentes porque el sistema patriarcal las oprime, en lugar de pensar que tal vez las mujeres por lo general no tienen intereses o ambiciones políticas. O el famoso caso de la criminalidad con los afroamericanos en los Estados Unidos. Está claro que si la policía tiene más problemas con ellos es porque el ser negros les convierte en un objetivo, y no porque los negros, por ciertas circunstancias, sean más propensos a meterse en problemas con la ley.
La lógica inversa es peligrosa, para empezar, porque no sirve para extraer conclusiones válidas. Por ejemplo, Dios existe porque se le menciona en la Biblia. Mediante ese tipo de pensamiento, vas a poder ver a un vagabundo blanco y a un árabe de clase alta y pensar que el árabe está oprimido por el sistema mientras que el vagabundo blanco tiene privilegios de nacimiento.
La izquierda nos dará cualquiera de estos argumentos cada vez que rechacemos su razonamiento inverso. Por lo tanto, es importante tener claro que dichas conclusiones son, por lo general, falsas.