Ciudadanos podría aprovechar la mejor ventana de oportunidad que ha tenido para volver al centro

Antes de entrar en materia me gustaría contextualizar el nerviosismo que muestra el poder económico. Ese temor es más que evidente. Lo es tanto que, a cada día que pasa, se nos hace cada vez más insoportable. Uno de los indicadores más significativos de este temor es la extrema beligerancia que están mostrando los medios de comunicación conservadores. Desde el punto de vista progresista, los títeres de este poder, PP y VOX, están llevando a cabo la oposición más esperpéntica de todos los países de Europa afectados por la pandemia, pero desde un punto de vista estratégico, se ha de reconocer que lo están haciendo,de manera especialmente contundente. Ese nerviosismo, no es superficial ni una simple escenificación, que va. Es una consecuencia del decisivo momento histórico que estamos viviendo.

No hace falta apuntar obviedades, como que el poder económico es despiadado y falto de la más mínima empatía social, para deducir que ese poder nunca ha sido favorable a la existencia de una verdadera democracia. Durante lustros, los que deciden de verdad en todo occidente, esto es un fenómeno global, ─no esos señores que dicen representarnos─, han estado necrosando a fondo y de manera planificada y concienzuda el funcionamiento de todas las principales instituciones, llenándolas de personajes sin escrúpulos para desproveerlas de su capacidad para maniobrar a favor de la mayoría de la sociedad. No hay ni una que se salve. Desde el FMI a la OCDE, desde el parlamento europeo al congreso norteamericano, desde la OMS al tribunal de justicia europeo, etc.

Sí, son unos auténticos cabrones sin el más mínimo escrúpulo, pero se le han de reconocer virtudes excepcionales. Una de ellas es el suficiente conocimiento geoestratégico como para comprender que una de las consecuencias directas e inevitables de la actual pandemia es un nuevo resurgimiento de la socialdemocracia que durante décadas ese mismo poder se encargó de arrinconar hasta hacerla casi desaparecer en su estrategia de aplastamiento. No es que tenga mucho mérito, esto de comprender las consecuencias de lo que se está produciendo en estos momentos. Cuando cuentas con los mejores medios de información y desinformación juegas con cartas marcadas. Recuerda, ellos siempre juegan con ventaja.

Mucho antes de que la alarma de cualquier evento llegue a la chusma, ciudadanía, los elegidos, esos seres de luz con apuntes bancarios de más de 8 ceros, ya han ido varios pasos por delante de cualquiera de los que opinamos en este portal, pero de manera discreta y elegante. Nada de correr por las esquinas. Para ese papel esta la borregada.

Pero centrémonos en el tema de este artículo, la última pirueta estratégica del partido naranja. No sabemos realmente cuáles están siendo los motivos para que Ciudadanos haya dado este sorprendente golpe de timón, pero lo que sí tienen es una ocasión única para pasar de la irrelevancia más absoluta a convertirse en un verdadero partido bisagra. Ese que decían ser pero que la realidad se empeñó en demostrar que no.

Puede que algunos de los pensadores del partido, ─los que verdaderamente toman decisiones y deciden su destino─, estuvieran esperando una ventana de oportunidad apropiada. Puede que hayan comprendido que se ha abierto no una ventana, sino un mirador con vistas aparentemente maravillosas al valle de los Mundos de Yupi y que, además, lo ha hecho de manera violenta y súbita.

Puede que quieran aprovechar los fuertes vientos socialdemócratas que están agitando a las instituciones europeas y piensen que sea el momento de subirse a un nuevo caballo en la carrera electoral que les permitiera recuperar gran parte de los votos perdidos en las últimas elecciones. Hay una prueba del algodón para saber si este golpe de timón es la enésima versión de los históricos bandazos de actitud, condicionados por el marketing electoral o, por contra, es un cambio de estrategia estructural. Ciudadanos, como miembro preferente de las coaliciones de los gobiernos autonómicos de los que forma parte, tiene mucho que decidir. Su papel puede ser, a partir de ahora, decisivo. Por ejemplo, si apoyar o no, a algunos de esos gobiernos conservadores que se inclinan cada vez más hacia políticas de pandereta para congraciarse con lo más casposo de sus votantes pero con único punto de mira. Una mirilla perfectamente dirigida hacia el desmantelamiento, aún más profundo, de los pocos servicios públicos que aún son rentables para saquearlos.

En Ciudadanos deberían ir pensando en qué elegir, si réditos a corto plazo o en una estrategia a largo que les garantice no solo cierta relevancia sino su propia supervivencia. Inicialmente, pensando en el corto plazo, es seguro que les demonizarían como no se puedan ni imaginar. Lo mas seguro es que les usarían como el blanco preferido de la ira para los supporters de neoliberales del BOE, capitalistas de amiguetes, lobistas habituados a sanguijulear las instituciones, curia eclesial decimonónica cabreada, post-franquistas nostálgicos proactivos, neocatecumenales opusinos, miembros de cuerpos de seguridad de mentalidad neofascista, mamandurriados de la empresa privada, obreros de derechas con el norte perdido, clase baja con ínfulas aspiracional a clase media, etc. Los medios de comunicación más conservadores del país ya se encargarían de recordarles a los yonkis de la infobasura cómo tienen que odiar, cómo tienen que crisparse y con que, y a quiénes no tienen que votar bajo ningún concepto.

A largo plazo, si Ciudadanos mantuviese una línea estable en el tiempo, constructiva en las propuestas, propositiva en el diálogo y que esto se tradujera en resultados tangibles y operativos en BOEs y decretos, con especiales miramientos en sectores de la sociedad como los de los trabajadores autónomos, les serviría para afianzarse en un verdadero partido de centro derecha. Porque, no nos engañemos, Ciudadanos nunca fue un partido socialdemócrata y no se le pueden pedir peras al olmo.

Ciudadanos, si quiere, y muestra una verdadera intención de volver al centro de la política, por poder, podría hasta tumbar al actual gobierno de la incompetente Ayuso; provocando un adelanto electoral nada más que la pandemia estuviera medianamente cercada y controlada. Muchos votantes madrileños que han visto en manos de quién están se lo agradecerían. España, la España que madruga de verdad, se lo agradecería, pero los que más se lo agradecerían serían aquellos votantes que les auparon, no hace tantos meses, a copar más de 50 diputados en el congreso de los diputados. Es cuestión de echar cuentas y saber leer cuál es la corriente verdaderamente favorable en la política europea; cuál es la corriente favorable para nuestro país y cuál es la corriente favorable para ellos mismos.

Haría falta tener poco olfato político para no comprender que esa intensa corriente que se acaba de abrir después de haberse agrietado, tal vez derribado, una barrera de décadas de contención en media Europa, les llevaría al centro y a la relevancia. Pero no se debe ser demasiado optimista con cambios profundos y necesarios para cierta estabilidad política en el país cuando los que podrían hacerlo fundamentan sus ideales en un manual que has comprado en el black friday.

Nunca se sabe si el coronavirus, además de joderte el olfato en los inicios de la enfermedad, también es capaz de fastidiar el olfato político a medio y largo plazo.

Veremos.