Cataluña, Madrid y la caja de Pandora

Los abusos de poder nunca vienen solos. La tolerancia ante uno, siempre implicará el nacimiento de muchos más. Por eso es tan importante la cultura democrática. El principio elemental de dicha cultura es que los derechos y libertades de los ciudadanos son sagrados. Independientemente de cualquier otro factor más allá de su condición de seres humanos libres y dignos.

El PSOE ha tolerado que la derecha más rancia se salte la ley para intervenir una autonomía en contra de la Constitución, pues el art. 155.2 CE no amparaba semejante medida. Ha tolerado que se encarcele a gente por delitos inexistentes y se les imponga prisión provisional sin que se den las circunstancias exigidas por la ley.

El siguiente paso ha sido intervenir las cuentas del Ayuntamiento de Madrid. La excusa es obscena: se acusa al Ayuntamiento de incumplir el límite de gasto (cosa que hacen innumerables consistorios sin ser intervenidos). Y se le acusa a pesar de que, con esfuerzo y honradez, ha minorado de forma drástica y en tiempo record la ingente deuda generada por Ana Botella, experta en dilapidar dinero público en lujos, enchufes y demás gastos suntuarios que en nada benefician a los ciudadanos.

La medida es dictatorial, mafiosa e impresentable. Busca dañar la imagen de Carmena de cara a las próximas municipales debido a que, con su buen hacer, se ha ganado el corazón de muchos madrileños. Pero el PP se ha crecido al ver que, en Cataluña, puede saltarse la ley del modo más obsceno para perseguir a rivales políticos. Envalentonado, lo ha vuelto a hacer en Madrid. Y me temo que es sólo el principio.

El nacionalismo me deja frío, pienso que la independencia de Cataluña no traerá ningún beneficio al pueblo y considero que las fronteras sólo debilitan y aislan. Pero nunca dejaré de denunciar cualquier atropello contra la voluntad de los ciudadanos, por muy en desacuerdo que esté con su forma de pensar. Primero porque los derechos y la voluntad democrática de toda persona son sagrados. Y segundo porque negar una sola vez estos derechos y tolerar que se violen (sobre todo si se hace a gran escala como en Cataluña) es abrir la caja de Pandora.