Carta a una desconocida

Te descubrí en un lugar conocido donde unos cuantos nos reunimos para escucharte. Me cautivó tu voz, canto de un cisne que tiene toda la vida por delante. Dulce y tenue para acariciar almas, y fuerte para perseguir tus sueños hasta donde sea preciso. Sencilla, libre, decidida y concentrada en caminar sin pensar en quién mirará tus pasos. Eras tú, una aurora que amanece porque así es su naturaleza, sin preocuparse de cuántos ojos se posarán sobre ella ni modular su luz por ello.

Te di las gracias por el inolvidable momento que nos hiciste pasar sin pedirnos nada a cambio, y nos separamos. Tú volviste a la ciudad donde sigues construyendo tu escalinata hacia las estrellas, y yo me quedé en nuestra Murcia, tan hundida en la tierra desde hace tanto. No insistí en intentar contactarte, porque nunca podrías encontrar algo enriquecedor en una persona como yo. Tú persigues tus anhelos por el camino más directo, que a la vez es el más difícil. Eres capaz de transitarlo sin desviarte. Yo hace mucho que tomé caminos secundarios, en apariencia más cómodos pero mucho más oscuros y fríos. Cuanto más avanzo por ellos, más me apago.

Encontrarte ralentizó sin duda mi proceso de necrosis espiritual. Eras un milagro, porque no me hiciste pensar en lo buena que estabas, ni en ningún beneficio material que pudiese obtener regalándote los oídos. La gran mayoría de relaciones humanas se basan en eso. Por eso es un milagro encontrar a una persona cuyo brillo te deslumbre hasta el punto de que no pienses en ella en clave de interés, sino simplemente deseando que su vida se llene de felicidad y plenitud. Porque es un bien en sí misma, un bien mayor que los placeres o beneficios que yo pueda gozar.

Yo soy gris, cínico, con tendencia a la melancolía y la soledad. Amplias capas de mi vida me desagradan, y no encuentro los estímulos precisos para cambiarlas. Tú estás llena de vida, esperanza, arte, magia y juventud. Por eso, cada vez que te escucho en la distancia, agradezco haberte conocido. Me das fuerza para seguir trabajando y, pese a mis demonios, debilidades y rémoras, hacer de vez en cuando cosas buenas por los demás. Es todo lo que puedes hacer por mí, y es mucho. Gracias, mi ángel de voz perfecta e infinita. Espero que este año sea maravilloso y te acerque todo lo posible a tu destino.