El próximo mes cumpliré mi décimo aniversario como facultativa dentro de la Sanidad Pública de este país.
Tras concluir mi especialización y antes de aprobar la correspondiente oposición, estuve destinada en docenas de centros de atención, algunos de ellos ubicados en el rural, mi gran pasión.
Actualmente, tengo mi plaza en propiedad en una zona no muy turística de España, que sin embargo se llena de foráneos durante la temporada estival desde el pasado año.
Al parecer, es precisamente la baja afluencia de visitantes lo que atrae a muchos de ellos, que llegan huyendo de las multitudes típicas de otros destinos mucho más populares.
Esto se traduce en que mi cupo habitual de pacientes se incrementa notablemente con lo que nosotros llamamos "desplazados", apelativo con el que denominamos a aquellas personas que residen habitualmente en una Comunidad Autónoma, pero precisan atención médica en otra distinta.
Generalmente se trata de patologías de poca gravedad, como infecciones gastrointestinales, cortes, contusiones, procesos alérgicos...
Pero qué pasa cuando una persona que ya está siendo tratada por otro tipo de enfermedades empeora mientras se encuentra de vacaciones.
Pues la respuesta es muy sencilla: tiene que coger su coche, o el medio de transporte que la haya traído hasta aquí, y regresar a su domicilio.
Y tú te estarás preguntando: "¿Para qué pago y cotizo desde hace años a la Seguridad Social si luego no puedo ser atendido en un centro fuera de mi Comunidad?".
Pues yo te contesto, igual que lo he tenido que hacer a varios pacientes durante este mismo Verano.
Atender claro que vas a ser atendido, de eso no te quepa ninguna duda, sea en una consulta ambulatoria o a través del servicio de urgencias.
El problema surge si necesitas realizar algún tipo de prueba, o simplemente la prescripción de un medicamento.
Por si no lo sabías, aunque tú y yo vivimos en el mismo país, a mi me es imposible acceder a tu historial clínico si resides en una Comunidad Autónoma diferente a la mía.
Yo no puedo prescribir absolutamente nada si no sé qué es lo que te pasa, qué pruebas se te han hecho hasta ahora y cuáles fueron sus resultados, qué tratamiento estás siguiendo, o simplemente qué te han diagnosticado.
He trabajado como voluntaria en varios países de Africa y Sudamérica, y por lo que conozco del resto del mundo, esto no ocurre en ningún otro rincón del planeta.
17 Reinos de Taifas, cada uno haciendo la guerra por su cuenta, tal y como venimos comprobando desde la llegada del nuevo tipo de coronavirus.
17 sistemas distintos, 17 maneras de trabajar diferentes, 17 pequeños sistemas de salud pública que no están integrados unos con otros.
Y lo peor de todo es que muchos pacientes que sufren este despiporre administrativo de manera habitual, suelen viajar acompañados de informes en papel de todo tipo, por lo que pueda pasar.
La cuestión es que cuando te los presentan, algunos vienen en idiomas que, lo lamento mucho, pero yo no tengo la obligación de conocer.
Entiendo, respeto, y defiendo que haya algunas competencias que tengan que ser traspasadas a las Comunidades Autónomas, pero en ningún caso deberían ser las sanitarias.
Estoy a punto de cumplir mi décimo aniversario como profesional de la medicina, valorando muy seriamente la posibilidad de trasladarme a ejercer a otro país.
Y no, no es solamente por un tema económico, que también, puesto que ganaría casi casi el triple de lo que me pagan aquí, sino por no tener que ser utilizada políticamente cada dos por tres.
Hemos sido los peores en la gestión de esta pandemia hasta en 6 ocasiones consecutivas, y no porque no tengamos medios ni profesionales adecuados para hacerle frente, sino por el descontrol, desconcierto, y descojone que supone tener a 18 responsables tomando decisiones distintas, algunas de ellas contradictorias.
Esta es mi salud pública, y si no le gusta, tengo otras 16 más a su entera disposición...