La amenaza viene con un mensaje: el bulo que no quieren desmentir

El revuelo político y mediático de las últimas horas respecto a las amenazas de muerte contra miembros del gobierno y muy en particular contra Pablo Iglesias, ha creado ruido en muchos aspectos pero ha pasado inadvertido el mensaje mismo de la misiva, que no ha trascendido como debiera. Tal vez por su tremenda relevancia.

El mensaje en la carta dirigida a Pablo Iglesias que contenía la amenaza no iba sólo para él, se amenaza a los miembros de su familia, a su mujer y sus padres. Esto no se ha señalado suficiente.

La amenaza quiere cerrar el círculo, puesto que su familia ya estaba siendo perseguida públicamente: Irene Montero acapara el odio de la reacción por la lucha feminista y por su actividad como Ministra, la madre de Iglesias, abogada laboralista ya jubilada, ha sufrido cierta persecución por su actividad en las redes y su padre, señalado como “terrorista” por el europarlamentario de Vox Hermann Tertsch o la ex-diputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo en la misma sede parlamentaria.

El mensaje deja entrever (falsamente) que Iglesias ha sido el responsable de la muerte de las personas mayores en las residencias de ancianos durante la primera ola del Covid y que merece morir por ello, pero no sólo él -ojo por ojo- sus mayores también y sus seres más queridos.

El fondo del mensaje, al cual ni los medios de comunicación ni políticos de todo pelaje quieren entrar, da por válido un bulo que sigue difundiéndose a bombo y platillo, esto es: que Pablo Iglesias era el responsable de las residencias de ancianos desde el mando único.

Es constante. En el debate de Telemadrid, en el programa de Ana Rosa, en Espejo Público, en el telediario de La 1, en La hora de La 1, en Al rojo vivo, en el canal 24h, en los periódicos, artículos de opinión, en twitter, en cada declaración que hace un político en la calle, en el Congreso, está absolutamente en todas partes.

No he visto abrir ningún telediario con un desmentido, o un análisis del bulo. Después de que se hiciera pública la carta de la amenaza tendría que haberse difundido un mensaje institucional al más alto nivel, una rueda de prensa del Presidente del Gobierno con los ministros a su lado poniendo los puntos sobre las íes. Pero no se hace, porque interesa que se dañe la imagen del rival político. Es más, se unen al ataque, como hemos visto recientemente con el Ministerio de Defensa, desautorizando las declaraciones de Iglesias sobre la coordinación con la UME.

Para la derecha es la oportunidad de quitarse la responsabilidad de la gestión de la Comunidad de Madrid, que dentro de unos años veremos judicializada. Una gestión que incluía en sus competencias las residencias de ancianos, como las tenían el resto de Comunidades Autónomas. Es un hilo del que si se tira lo suficiente puede llevar a conclusiones aterradoras, y no sólo en Madrid.

Ahora los medios que blanqueaban el fascismo condenan los hechos con medias tintas, incluso se permiten la licencia de mandar entre medias un mensaje culpando a la víctima. Cuando ocurra una desgracia se preguntarán por qué ha pasado o tal vez dirán: “él se lo ha buscado” porque, ya sabes lo que dicen, no te metas en política.