Adoctrinar es aislar una mente imponiéndole un discurso ideológico sin dejarle espacio para que pueda contrastarlo con otros. Es un mal muy común: aparte de los colegios del Opus (que son su máximo exponente) hay muchos otros centros de enseñanza donde se plantea a los alumnos como verdad absoluta un determinado punto de vista, sin permitirles compararlo con los demás.
Los mismos que acusan al Gobierno catalán de adoctrinamiento en las aulas, están encantados de que en los colegios se presente la salvajada de los toros como un orgullo nacional, al Borbon padre como un prohombre de moralidad intachable que nos salvó del 23F, a España como el país más grandioso del mundo y al Ejército como una institución heroica y que jamás ha violado los Derechos Humanos.
La solución no es prohibir que se diga eso en las aulas, ni tampoco impedir que se afirme lo contrario. La solución está en ofrecer todos los puntos de vista en pie de igualdad para que se debatan, se analicen y cada alumno aprenda a formarse su propio punto de vista.
Pero los que acusan al Gobierno catalán de adoctrinar (que reconozco que en algunas cosas lo hace) financian a colegios del Opus donde la imposición del pensamiento único es total, y están encantados de que en los colegios públicos se haga apología de la España más rancia sin dar espacio a quienes la cuestionan. Pero claro, no lo consideran adoctrinamiento porque no es lo mismo decir que Cataluña tiene derecho a la autodeterminación que afirmar la indisoluble unidad de España. Lo uno son falacias subversivas, y lo otro es una verdad universal.
Como decía un gran periodista, "si todos piensan lo mismo es que ninguno está pensando". Y hay demasiados centros de poder interesados en que no pensemos. La mejor forma para lograrlo es no enseñarnos a pensar.