10 motivos de esperanza en tiempos de incertidumbre

1. La incertidumbre es el mínimo común denominador de nuestra sociedad. Por ejemplo, el que es rico en lo material, también le acompañará el miedo a lo imprevisible siempre. Se sentirá ansioso por lo que posee y por lo que desea, en un mundo donde los acontecimientos imprevistos son parte del día a día, y dónde es difícil estar satisfecho con lo que se tiene o lo que ha logrado, y más si hablamos de su relación con las personas. Y esto va unido con la naturaleza humana, tan bien reflejada, por ejemplo, en la canción Satisfaction de los Rolling Stones.

Una persona con recursos, que sea insensible, y con el corazón de piedra, podrá ser feliz con los muchos relojes y coches de lujo que tenga, siempre que sea impermeable a tantas necesidades de personas que pueblan la Tierra, sin caer en el tópico de que el dinero hay cosas que no puede comprar.

Y si es feliz así, en el fondo de su corazón, pues mejor para él, por supuesto. La cuestión es que si observa las noticias del mundo, ya sea por la televisión o internet, es difícil que no le conmueva a realizar algo, a menos que estemos ante un caso de insensibilidad crónica, sinónimo de tristeza e irascibilidad, o de algún tipo de psicopatía. O que haga acciones bonitas por postureo, pero en las que antes o temprano se le caerá la máscara.

2. La incertidumbre hace que estemos en alerta, previniendo, eso sí, en no caer en la ansiedad o en la neurosis. La incertidumbre consigue que despertemos ante una sociedad cada vez más globalizada donde es fácil observar que las necesidades básicas de un niño o de un adulto son iguales aquí que en cualquier país recóndito, y motivarnos a que denunciemos o luchemos por los derechos básicos, siempre sin caer en el insulto o en la violencia, totalmente estériles. Por mucha razón e indignación que haya, será difícil que el mundo cambie de verdad, y no conformarnos con unas migajas.

3. La incertidumbre puede que te vuelva ciego al mundo, que solo te preocupes por lo que es tuyo y lo que te pertenece por derecho, con el peligro de que quedes aislado en un pequeña isla apartada que se llenará de personas como tú, donde la amargura y la decadencia correrán a sus anchas, y dónde solo alguna muestra de sensibilidad y solidaridad servirá para limpiar nuestras conciencias.

4. La incertidumbre, para una persona que lleva mucho tiempo sin recursos, es desgraciadamente parte inherente a él, la única “ventaja” es que se habrá acostumbrado a convivir con ella, muchas veces sin borrarle un ápice de impotencia y desazón ante un mundo tan mal repartido. Lo admirable es que lo llevará en muchos casos de forma plausible, por ejemplo, a compartir lo poco que tiene con los demás.

5. La incertidumbre puede que nos haga perseguir atajos para conseguir una seguridad (dinero) fácil y que por tanto nos haga por un tiempo olvidarnos de ella, o bien caer en adicciones que nos hagan deshacernos completamente de ella con efectos nefastos a largo plazo.

6. La incertidumbre es el motor del mundo, ya sea en los grandes mercados o en la economía de una pequeña familia. Ni los mejores economistas previnieron o adivinarán que será de nuestra sociedad, que se encuentra en constaste intercambio y transmisión de información. Ellos también pueden poner el foco en los valores básicos para que una sociedad prospere: Respeto, educación, solidaridad, igualdad, unión, etc.

7. La incertidumbre por desgracia puede llevarnos a la soberbia o a la vanidad, encontrar como único consuelo sentirnos que somos “mejores” que los demás, y encima con la posibilidad, en altos cargos, de restregarnos por la cara su autoridad o poder de barro, síntoma también de tristeza y de vacío, sin capacidad de liderar o ayudar a los otros a compartir su felicidad y anhelos en la vida. Algo que más pronto o más tarde estallará o implosionará en un sentido destructivo o transformador para el bien de todos.

8. La incertidumbre hace que en un universo y en un mundo caótico apreciemos sentir un cierto equilibrio en ocasiones en el día a día de nuestra vida. Que muchas cosas transcurran con normalidad gracias a diferentes motivos, tanto naturales como humanos, y que nos hagan sentir seguros en algunos momentos donde parece que todo recobra sentido. Ahí es donde nace una esperanza que tiene como raíces en el convencimiento que, por muy bien o muy mal que vayan las cosas, nada durará para siempre, aunque suene también un poco pesimista.

9. La incertidumbre es parte de nuestra naturaleza humana, así como también lo son tantas características que nos diferencian de otros seres vivos. Está inseparablemente relacionado con el futuro, donde muchos desgraciadamente también hacen caja gracias a él. Lo que percibimos como futuro es una parte de nuestro actual estado personal. Si nuestra mente lleva una gran carga de pasado, experimentaremos posiblemente más de lo mismo. El pasado se perpetuará a sí mismo por la falta de presencia y gratitud del momento presente, más adelante, en el futuro.

10. Es difícil reconocer que la incertidumbre y el tiempo son la causa de la mayoría de los sufrimientos o problemas que vivimos. Creemos que lo causan situaciones específicas de nuestra vida, y vistos desde un punto de vista convencional, es verdad que es así. Pero hasta que solucionemos nuestro apego al pasado y al futuro, y mejoremos nuestra poca atención al momento presente, el pasado y el futuro serán desgraciadamente realidades intercambiables.

Como explica el maestro espiritual Eckhart Tolle: "Si todos nuestros problemas, o lo que percibimos como causas de sufrimiento o de infelicidad, desaparecieran milagrosamente hoy, pronto volveríamos a encontrarnos dentro de una serie de problemas o de causas de sufrimiento similares, como una sombra que nos sigue a donde quiera que vayamos.

En definitiva, sólo hay un problema: La mente misma atada al tiempo. No hay salvación en el tiempo. No podemos ser libres en el futuro. La presencia en el momento actual es la llave hacia la libertad, así que sólo podemos ser libres ahora, en este momento."

Percibir de esta manera la incertidumbre, como se diluye igual que lo hace un terrón de azúcar. La pregunta es si podemos poner pausa a esta adicción a "ese" azúcar tan común en nuestro día a día.