21-12-2012, El día del fin del mundo

Buenas noches, hace tiempo leí esta historia, la había escrito Toni E. Cantó, (autor de esa magnifica web que es La Pizarra de Yuri (al que no la conozca se la recomiendo encarecidamente) lo escribió en varios post, en la web de forocoches, me gustó tanto que los guardé en un word, y hoy me los he vuelto a encontrar, después de volver a leerlo me gustó más aún que la primera vez, y he decidido compartirlo (si alguien cree que no debería publicarse aquí, por favor que me lo diga para eliminarlo, pero creo que merece mucho la pena, como es mi primera publicación de este tipo (y prácticamente de cualquier tipo) y la historia se divide en tres partes) ahí va la primera y si hay interés, subo las demás, que lo disfrutéis.

21/12/2012 - El día del fin del mundo.

 

I. El rumor de la brisa.

La desordenada recuperación de las economías mundiales tras la crisis global produjo un complejo escenario del que ningún gobernante ni economista sabía muy bien cómo salir. La aplicación de una mezcla nunca antes conocida de medidas socialdemócratas y neoliberales causó una recuperación del sector industrial, bancario y de la obra civil, costeada mediante enorme gasto público y medidas sociales y laborales draconianas.

Pero, paradójicamente, esa recuperación macroeconómica produjo un empeoramiento grave de la situación de amplias masas sociales en Estados Unidos y en Europa. Los sistemas tanto socialdemócratas como neoliberales de distribución de la riqueza no parecían estar funcionando. Los economistas de izquierda aseguraban que tarde o temprano se produciría, conforme el tirón de las inversiones públicas alcanzase a más capas sociales. Los economistas de derecha, que también ocurriría, conforme el mercado completase su autorregulación. Pero el caso es que no estaba sucediendo, y nadie sabía explicar muy bien por qué.

El tirón industrial y el refugio de los inversores globales en los tradicionales sectores energético y de las materias primas, al mismo tiempo, produjo un nuevo encarecimiento de recursos naturales. Emblemáticamente, como siempre, el petróleo y el gas natural. El 1 de enero de 2011 el petróleo volvía a US$100/bbl. El 1 de julio, 125. El 1 de septiembre, alcanzaba la marca histórica de 163 dólares por barril, provocando gravísimas tensiones inflacionistas en todo el mundo. El níquel llegó a rozar los 4 dólares por onza. El acero, los 2.000 dólares por tonelada.

Las economías familiares de las clases populares y las clases medias empobrecidas no estaban para estos trotes. Aunque había trabajo, los sueldos y beneficios eran muy bajos y las protecciones sociales, muy reducidas. Por toda Europa y Norteamérica, amplios sectores de la población comenzaron a deslizarse hacia la pobreza. Partidos antisistema de izquierda y de derecha mejoraban su representación a pasos agigantados. Los gobiernos establecidos observaban acercarse el invierno de 2012 con gran preocupación. Si el petróleo y el gas seguían subiendo a ese ritmo, millones y millones de madres europeas y norteamericanas no podrían pagar la factura de calentar la leche para sus hijos el día de Navidad.

Por su parte, Rusia, Venezuela y los países del Oriente Medio andaban crecidos otra vez. Gracias a los altísimos precios de las materias primas, sus economías estaban mejorando rápidamente como ya ocurriera en el periodo 2000-2008.

II. El oscuro incidente

En este contexto explosivo, el 3 de septiembre de 2012 ocurrió un extraño incidente que pasó desapercibido para la inmensa mayoría de los medios de comunicación. Cerca de un remoto lugar de Siberia llamado Norilsk, conocido por sus inmensas riquezas naturales y por su extrema contaminación ambiental, se produjo un enfrentamiento a tiros entre quienes al principio parecían mafias locales.

Cuando llegaron las tropas OMON del Ministerio del Interior para imponer el orden, fueron recibidas con fuego de armamento militar: fusiles de asalto, lanzacohetes portátiles, incluso un misil antiaéreo que dañó uno de sus helicópteros. Las tropas OMON se replegaron, acordonaron el área y llamaron al Ejército.

Paisaje cercano a Norilsk, Krasnoyarsk Krai, Siberia

No fue hasta la mañana del 6 de septiembre cuando unidades paracaidistas de la 7ª División Aerotransportada de la Guardia lograron suprimir a los desconocidos. Si hubo supervivientes, desaparecieron en la tundra siberiana. El suceso ni siquiera llegó a aparecer en la prensa occidental.

Sí aparecería, en cambio, cuando el 8 de septiembre el Embajador de Rusia en las Naciones Unidas se presentó con expresión furiosa y una caja. En la caja había 21 pasaportes norteamericanos y 7 israelís. Algunos estaban todavía manchados de sangre; otros, medio calcinados por las explosiones. Y preguntó, con una voz peligrosamente suave, qué coño (sic) hacía en Norilsk esa panda de yanquis y judíos (sic).

El Embajador de los Estados Unidos quedó atónito. El Gobierno de Barack Obama, también. No tenían ni idea. Preguntaron a los israelís. Los israelís dijeron que tampoco sabían nada. El Gobierno Ruso cursó una protesta formal. Las personas que se interesan por estas cosas leyeron el relato del incidente en la página 20 de sus periódicos con curiosidad. El resto del mundo, ni se enteró.

Pronto sucedería algo de lo que sí se enterarían hasta en el último rincón del planeta.

III. Jaque al Rey.

Estados Unidos estaba de campaña presidencial. A pesar de la gravedad y profundidad de la crisis, Barack Obama partía como favorito con más de diez puntos de ventaja sobre la candidata republicana Sarah Palin. Una brillante estrategia análoga a la que lo llevó a la presidencia en 2008, sustentada en el viejo principio de "no conviene cambiar de caballo a mitad de carrera", le mantenía claramente aventajado en todas las encuestas. Para asegurar el voto de la derecha religiosa de la América Profunda, que en los últimos tiempos venía mostrándose escéptica con los republicanos, Sarah Palin llevaba de candidato a vicepresidente a Thadeus Van Sildegard, un telepredicador apocalíptico muy popular en tales ambientes. Fue una maniobra equivocada, que alejó definitivamente al voto urbano centrista, pero a esas alturas ya no podían echarse atrás.

El 11 de septiembre de 2012, un desconocido grupúsculo identitario con el nombre de White Blood Survival logró dar un golpe sin precedentes. Conforme la caravana presidencial de Barack Obama y Joe Biden avanzaba por las calles de Atlanta, el coche blindado del presidente resultó alcanzado por un cohete antitanque de alta potencia. Siete segundos después, el vehículo del vicepresidente sufría igual destino.

El Servicio Secreto arrinconó a los terroristas en un almacén de libros, y éstos resultaron muertos en el tiroteo subsiguiente. Se trataba de dos hombres blancos, de unos 30 años; por todos los indicios, constituían la militancia al completo de White Blood Survival. Uno de ellos era un ex-marine de baja por problemas mentales, y el otro un desconocido corredor inmobiliario del Sur con historial de agresiones racistas.

De lo que no cabía la menor duda era sobre las armas utilizadas para asesinar al presidente Obama y al vicepresidente Biden. Las televisiones se hartaron de sacar imágenes con todo detalle, una y otra vez, las veinticuatro horas del día. La placa de fabricante estaba en alfabeto cirílico, pero pusieron subtítulos para que todo el mundo lo entendiera.

RPG-29 Vampyr. Fabricado en 2007 por la Empresa Estatal de Investigación y Producción Bazalt. 32, Velyaminovskaya str., 105318, Moscú. Rusia.

IV. La mano que mece la llave del gas

Tras el atentado, el Partido Demócrata intentó retrasar la elección presidencial, con la portavoz del Congreso Nancy Pelosi como Presidenta en funciones y la Secretaria de Estado Hillary Clinton de Vicepresidenta (el Presidente pro tempore del Senado, a quien habría correspondido la sucesión en la vicepresidencia, renunció por razones de edad). Pero la nación no estaba de acuerdo: precisamente en una situación tan extraordinaria, se requería una nueva presidencia electa a la mayor brevedad. El Tribunal Supremo no encontró una manera legal de retrasar efectivamente la elección.

En medio de la ira y el miedo, el 5 de noviembre de 2012 el tandem Palin-Van Sildegard arrasó a una candidatura Pelosi-Clinton organizada a correprisa. Uno de los primeros actos del nuevo gobierno fue exigir explicaciones a Rusia por el origen de un arma tan moderna fabricada en la Región de Moscú. Rusia adujo que quizá podía formar parte de una serie de RPG-29 que hipotéticamente pudieron acabar en manos de Hezbollah durante la última guerra con Israel, y que podrían haber desaparecido en manos desconocidas poco después.

Palin retomó entonces el incidente de Norilsk, preguntando a Rusia, con un lenguaje cada vez más agresivo, qué clase de conspiración era aquella. Su frase "si ustedes quieren comprometer a Estados Unidos en una guerra, tendrán guerra" dio la vuelta al mundo. Medvédev hizo una declaración formal, denegando toda responsabilidad en el tráfico de los lanzacohetes Vampyr y exigiendo de nuevo explicaciones por lo sucedido en Norilsk. Pero la otra frase que dio la vuelta al mundo fue una observación del Primer Ministro Vladimir Putin al Embajador Francés, con su lenguaje característico: "si esa perra (sic) quiere una guerra, debería mirar primero si los Estados Unidos están en condiciones de librarla".

El invierno llegaba. Ucrania y Polonia, en una situación económica extrema, comenzaron entonces a sustraer gas ruso del que viaja a Europa como ya había ocurrido con anterioridad. De nuevo, la Unión Europea fue comprensiva con Ucrania y Polonia, y exigió a Rusia que hiciera llegar a sus clientes las cantidades comprometidas.

A esas alturas, los servicios secretos rusos ya sabían que los autores del incidente de Norilsk eran prospectores petrolíferos que investigaban la vieja hipótesis de que todo el norte de la Región de Krasnoyarsk sea un enorme mar de petróleo y gas, extendiéndose hasta el mismísimo Polo Norte. Sólo que no eran unos prospectores cualesquiera. Se trataba de miembros del ejército privado DynCorp International, con sede en Virginia, USA. Trabajaban para Energy Services Group (Grupo Halliburton) por cuenta de Exxon Mobil y Bechtel Corp. Al parecer trataron de comprar los terrenos al corrupto gobernador local, pues habían encontrado una gran bolsa, y el gobernador no quiso vender sino que mandó a un grupo de mafiosos a expulsarlos de allí para quedárselos él. El enfrentamiento subsiguiente terminó como ya sabemos.

Rusia estaba furiosa. Y Gazprom, ni te cuento. Dicen las crónicas que el Primer Ministro Putin masculló: "¿quieren gas natural? Pues que se lo venda Exxon Mobil. Nosotros, con la demanda asiática vamos servidos este invierno."

Durante la madrugada del 25 de noviembre, los grandes gasoductos que transportan el gas natural a Europa Occidental redujeron su flujo de 25 millones de metros cúbicos por hora a 20 millones. Al día siguiente, cayó a 15 millones. Los gobiernos europeos entraron en pánico. Rusia exigió a la UE que hicieran entrar en vereda a Ucrania y Polonia "o no podrían garantizar el suministro a lo largo de todo el invierno".

El precio de los combustibles se disparó a cifras nunca vistas, y con él, los recibos de la luz, las facturas del transporte y la totalidad de los bienes y servicios. Las reservas estratégicas no podían enfrentarse a una reducción del servicio tan repentina y brutal. Varios países europeos, sobre todo de Europa del Este, comenzaron a deslizarse lentamente hacia el frío y las tinieblas.Los principales gasoductos y oleoductos rusos. Desde las cinco terminales principales (Rostock, Berlín, Frankfurt, Milán, Omisalj), el producto se redistribuye a 9 naciones más y, por vía marítima, a todo el mundo.

 

V. Psyops

En el despacho oval de la Casa Blanca la situación no podía ser más sombría. No sólo es que las nuevas democracias de Europa del Este, la "Nueva Europa" que constituyó la mayor apuesta continental del periodo Bush y ahora quería serlo de Palin, estuvieran deteniendo sus fábricas y ciudades en medio del frío.

Es que la extraordinaria inestabilidad estaba disparando también el coste de los combustibles para los Estados Unidos, mediante mecanismos especulativos, a una velocidad pasmosa. Se formaban largas colas ante las gasolineras a primera hora de la mañana, pues todo el mundo sabía que cuando se pusiera el sol, la gasolina habría subido aún más. Todas las compañías eléctricas engordaban masivamente el importe de sus facturas al consumidor final. La inflación no dejaba de aumentar.

-Tenemos que presionarles. Tienen que volver a abrir la espita del gas -concluyó la presidenta Palin, tras una turbulenta reunión en la que un economista llegó a afirmar que esta crisis renovada podía significar "el fin del mundo libre... antes del 1 de enero".

En contra de lo que pudiera esperarse, fue el vicepresidente y antiguo telepredicador Van Sildegard quien se mostró en contra. En su opinión, tal cosa no ocurriría. El problema es que justificó su posición leyendo interminables citas y profecías bíblicas. Le dejaron hablar, pero no le escucharon mucho.

Se cursaron órdenes secretas, recuperadas y adaptadas del periodo de presiones psicológicas contra la URSS durante la presidencia de Ronald Reagan. "Tenemos el ejército más poderoso del mundo", afirmó Palin ante sus asesores. "Quizá los rusos lo han olvidado. Vamos a recordárselo. No aceptaremos un chantaje así."

No era aún medianoche del 29 de noviembre cuando dos bombarderos furtivos B-2 Spirit partieron en una misión extremadamente confidencial desde Anchorage, Alaska. Cruzaron el estrecho de Bering hacia Siberia bajo un cielo lleno de estrellas, para dar un gran rodeo por el norte de Yakutia. Desde la caída de la URSS, los rusos no tenían muchos radares o sistemas antiaéreos avanzados en ese sector.Bombardero estratégico furtivo B-2 Spirit, Fuerza Aérea de los EEUU

Volaron sin ser detectados hasta llegar a Irkutsk, con el amanecer. Entonces, abrieron las compuertas de bombardeo (lo que los convierte en fácilmente detectables) y emitieron varios pitidos con sus radios. Después, descendieron a baja altitud e hicieron tres pasadas a toda velocidad sobre las calles heladas de Irkutsk, para sorpresa y estupefacción de sus 600.000 habitantes.

Mientras la defensa antiaérea local se activaba histéricamente a sus espaldas, los B-2 Spirit cerraron sus compuertas, recuperaron altitud y volvieron majestuosamente por donde habían venido. Los radares norteamericanos detectaron cazas rusos elevándose desde sus bases por toda Siberia Oriental, pero a todas luces no sabían dónde acudir. Los rusos no los veían. No podían verlos. Finalmente, los Spirit cruzaron el estrecho de Bering otra vez al atardecer, en esta ocasión un poco más al norte.

Cuando tomaron tierra de nuevo en Anchorage, los pilotos estaban exultantes. Uno de ellos comentó, mientras era felicitado por sus camaradas en medio de la ventisca:

-¡Joder! ¡Ha sido más fácil que en los videojuegos! ¡Ahí estábamos, volando sobre el lago Baikal... y ni nos olían!

-Podríamos haber bombardeado esa puta ciudad -dijo otro piloto, veterano de la Guerra Fría-. A bombazo limpio, como en la Segunda Guerra Mundial. ¡Y ni se habrían enterado! Esto va a ser muy fácil. Estos ya no son lo que eran. Ahora son una mierda de país, y podemos reventarlo como queramos.

Cuando la presidenta Palin recibió noticias del enorme éxito, sonrió con su sonrisa cautivadora. Y dijo a los suyos:

-Bien. Creo que los rusos han aprendido hoy una lección importante. Contra Estados Unidos, nadie puede jugar. Ahora entrarán en razón.Irkutsk, Rusia

 

VI. La noche de las luces

Durante el 30 de noviembre, Rusia permaneció en un ominoso silencio, envuelta en la ventisca que ahora barría el país infinito. Hubo algunas tentativas diplomáticas para rebajar la tensión, pero los embajadores rusos daban siempre la misma contestación:

-Estamos esperando instrucciones de Moscú.

Esperando instrucciones terminó el día 30 y llegó el 1 de diciembre, sábado. El flujo del gas natural continuaba inamovible en 15 millones de metros cúbicos por hora, 10 millones menos de los imprescindibles para alimentar la inacabable ansia energética de Europa. El racionamiento se imponía por todas partes. La industria de varios países se había detenido ya. Otros, consumían a gran velocidad sus reservas estratégicas. Sin embargo, en la Casa Blanca estaban convencidos de que esa situación cambiaría pronto. Como farol estuvo bien, pero ahora Rusia ya sabía con quién se las gastaba.

Al caer la tarde del sábado, los norteamericanos que aún podían permitírselo salieron a hacer las compras navideñas por todo el país. Quien no podía permitírselo, al menos se llevó a la novia, o a la mujer y los niños, a ver una peli con palomitas en el drive-in más próximo. Puede que en Rusia estuviera cayendo la ventisca del siglo, y no sólo en sentido meteorológico, pero en buena parte de Estados Unidos hacía buena noche para salir de casa, pasear por los malls, visitar a los amigos. Había bullicio en las calles, tráfico en las avenidas, gente en los restaurantes y jóvenes acudiendo a sus garitos y discotecas preferidos.

Eran exactamente las 20:40 MST cuando el teniente coronel Stephen Jackson, de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, parpadeó al mirar su pantalla en el NORAD. El NORAD es el Mando Aéreo Estratégico norteamericano, que controla los cielos del país y de todo lo demás que le dejan controlar hasta bien entrado el espacio exterior. Titubeó unos instantes. Tenía que ser un fallo del radar, o de los ordenadores. No.

-General Behringer... -dijo a su auricular- Un satélite ruso se está saliendo de órbita.

-¿Qué demonios quiere decir eso, que se está saliendo de órbita?

-Que ha empezado a decaer, señor. Muy deprisa. Yo diría que lo están haciendo decaer. Es el Kosmos 2451, en órbita Molniya polar. Se supone que falló el lanzamiento y se quedó en una órbita inadecuada. Va a sobrevolar muy bajo los Estados Unidos desde el sur en la próxima órbita, general.

El general Behringer sufrió un escalofrío. Por la frontera de México, los Estados Unidos carecen de radares o sistemas defensivos aeroespaciales dignos de tal nombre. Exactamente igual que Rusia en Siberia Oriental. Nunca se consideró necesario. Descontando las pelis de propaganda con los cubanos invadiendo Norteamérica... en serio, ¿qué aviación panchita iba a atacar los Estados Unidos?Áreas de cobertura de los radares BMEWS/Pave Paws de los EEUU

-¡Trácelo! ¡Quiero saber qué hace ese cacharro en todo momento!

El Kosmos 2451 sobrevoló, efectivamente, los Estados Unidos a apenas 270 kilómetros de altitud; exactamente ocho por encima del mejor alcance del mejor interceptor antisatélite y antimisil con que contaba Norteamérica. Estados Unidos tiene muy pocos radares apuntando hacia el interior de su propio país, con lo que apenas pudieron seguir los acontecimientos. Pero daba igual. El mundo entero lo estaba viendo por televisión a la mañana siguiente.

Los señuelos que el Kosmos 2451 llevaba a bordo para acompañar a sus ojivas termonucleares clandestinas en caso de guerra atómica se separaron en el espacio exterior, a 26.000 km/h. Entraron en la atmósfera terrestre apenas dos minutos después. Las cabezas nucleares siguieron su camino con el satélite hacia el Polo Norte.

-Mamá, ¿qué son esas luces tan bonitas? -preguntó una niña de Abilene, Texas, señalando a través de los cristales de su habitación, mientras su madre trataba de ponerle el pijama.

Estos señuelos eran muy parecidos a cabezas auténticas, sólo que con perturbadores electrónicos, bengalas y otros sistemas de ayuda a la penetración en vez de bombas de setecientos kilotones. Ofrecieron un espectáculo de fuegos artificiales extraordinarios, inquietantemente hermoso, a los ciudadanos de Houston, San Antonio, Austin, Dallas, Fort Worth, Tulsa, Wichita, Kansas City, Omaha (Nebraska) e incluso Des Moines y Minneapolis. Brillantes trazas rojas y doradas cruzando el cielo mucho más rápido que ningún misil hasta desaparecer justo encima de sus calles y avenidas, de sus malls, de sus drive-ins, de las casas donde las familias acostaban a sus hijos pequeños, de las puertas de las discotecas donde ya muchos jóvenes hacían cola.

Acompañándolas, una coreografía de bengalas y otras marcas luminosas que nadie reconoció. Durante un buen rato, no hubo manera de escuchar la radio ni ver la televisión. Millones de personas se quedaron mirando al cielo, boquiabiertas. Otros filmaban aquellas luces esotéricas con sus teléfonos móviles. Los niños preguntaban a sus padres, los vecinos a los paseantes, los jóvenes entre sí. Se recibieron miles de llamadas a la policía, a los bomberos, al ejército. Algunas personas huían hacia sus sótanos. Las cámaras de televisión, en cambio, corrían a las calles. Y todos ellos sintieron un helor siniestro en su columna vertebral, como si la ventisca de Rusia acabara de caer súbitamente sobre las ciudades norteamericanas.

En un país recién herido por la muerte de su presidente a manos de un arma de infantería rusa, esta exhibición de poder aeroespacial provocó un estado extremo de histeria, furia y miedo. Pero el mensaje, en todo caso, quedó meridianamente claro:

"No juegues, Estados Unidos. No se te ocurra volver a jugar a este juego tan peligroso, porque os podemos aniquilar." Minneapolis de noche

 

VII. La Operación Moon Raven.

-¡Pero es completamente ilegal! -protestaba a gritos la presidenta Palin- ¡Hay un acuerdo de prohibición de armas nucleares en el espacio!

El almirante Jeff Brown, jefe del Estado Mayor, hizo un gesto de escepticismo antes de responder:

-Señora Presidenta... Cuando el Presidente Bush denunció el tratado contra misiles antibalísticos para iniciar el proyecto del escudo antimisiles... Rusia ya advirtió que se consideraba liberada de otras obligaciones. No tiene nada de particular. Se llama FOBS, y la tecnología existe desde los años '60.

-¿Y cuántos tienen?

-No muchos. Hemos estado echando un vistazo... los han camuflado en satélites aparentemente fallidos, y en otros que han agotado su vida útil. Una docena, quizás. Suficiente para hacer mucho daño, pero no para ganar una guerra.

Sarah Palin estaba muy enfadada. Y humillada. Las televisiones trataban ahora de convencer al público que fue un satélite ruso averiado en desintegración. Para los más incrédulos, la CIA estaba elaborando unas cuantas conspiraciones del YouTube. Pero alguien, seguramente desde Moscú, filtraba los hechos a la prensa extranjera. Los Estados Unidos habían sido humillados. En el peor momento posible, a nadie se le escapaba el hecho simple: "si los rusos llegan a querer, desde anoche ya no existirían los Estados Unidos".

Porque el gas ruso seguía viajando a Asia en vez de Europa. Muchos gobiernos europeos estaban empezando a plegarse a las exigencias rusas: sanciones a Polonia, Ucrania y Chequia; disposición a bloquear activos de Exxon Mobil y Bechtel Corp. en caso de que se iniciase un proceso internacional por los incidentes de Norilsk; desdolarización del mercado de los hidrocarburos "para prevenir futuras inestabilidades". Rusia cortó el gas, y en una semana la OTAN y la Unión Europea se estaban resquebrajando. Polonia, Chequia y Ucrania, baluartes norteamericanos en la Europa continental, estaban a punto de colapsar. Las fábricas y ciudades seguían paradas, cada vez en mayor número. El combustible y las materias primas continuaban subiendo. Todos los modelos económicos apuntaban a una nueva crisis que dejaría la de 1929 o la de 2008 en meras sacudidas.

-Esto es ridículo -protestó Palin-. Rusia es... es un país prácticamente tercermundista. Su economía es una fracción de la norteamericana. Su ejército se cae a cachos. ¿Y nos están poniendo de rodillas?

-Es la Doctrina Ivanov -contestó el general-. Los rusos son realistas, y saben en qué estado están. Así que lo dejaron bastante claro hace tiempo: a partir de ahora, con Rusia sólo se puede estar en paz, o en guerra nuclear. Sin matices intermedios. Es muy poco flexible, pero en un caso como este, eficaz.

-Y cuentan con que nadie va a ir a una guerra nuclear por ningún motivo.

-Exacto, señora Presidenta.

Sarah Palin dio dos fuertes puñetazos en la mesa, exclamando:

-¡Es chantaje! ¡Chantaje nuclear! ¿Cómo podemos permitirlo? ¿Realmente pueden hacer tanto daño como dicen?

-Pueden. Lo que pasa es que nosotros también podríamos hacerles mucho daño a ellos... quizá antes de que lleguen a moverse.

-Explíquese.

El general se retorció en su silla. Era una cuestión muy delicada. Extremadamente delicada.

-Se llama Operación Moon Raven, señora. La diseñamos en los años '60. Para destruir las armas nucleares soviéticas durante la fase de escalada, antes de que estuvieran listas para disparar. Lo que pasa es que durante los años '70 se volvió impracticable. Demasiadas armas, demasiado dispersas, demasiado bien protegidas, reacción demasiado rápida. Sin embargo, ahora...

-¿Ahora, qué?

-A ver. Su fuerza de bombarderos estratégicos se reduce a una docena de Blackjacks en estado dudoso de operación. La fuerza de submarinos lanzamisiles o está cogiendo óxido en puerto, o nuestros submarinos la siguen a distancia de disparo. Salvo el nuevo Borei, son cacharros viejos. La única fuerza verdaderamente seria que tienen son los misiles ICBM terrestres: las Fuerzas de Cohetes Estratégicos. 560 misiles intercontinentales con 2.000 cabezas. Suficiente para enviar a cualquier nación o alianza de naciones a una versión radiactiva del Neolítico.

-¿Y usted qué propone?

-Señora Presidenta... -vocalizó el general, incómodo- Nuestros analistas creen que en el estado actual de Rusia, sobre todo teniendo en cuenta la degradación de su ejército convencional, que es el que debe defenderlos antes del lanzamiento... bien, pensamos que sería posible destruir un gran número de estos misiles en una operación rápida. Creemos que Moon Raven vuelve a ser posible.

Sarah Palin le miró con ojos muy abiertos.

-¿Desarmar a Rusia?

-No del todo, claro. Siempre se escapa alguno. Esos satélites. Alguno de sus submarinos, sobre todo los que tienen en el Mar de Okhotsk, esa condenada "bañera nacional" prácticamente inaccesible... pero sólo tienen dos. Y los lanzadores de ICBM que puedan sobrevivir a nuestra operación.

-¿Y con eso no pueden destruirnos?

-Pueden hacernos muchísimo daño. Las armas nucleares siempre pueden hacer muchísimo daño. Pero ya no derrotarnos, exterminarnos completamente. Y nosotros podemos volatilizarlos a ellos en cualquier momento. Sería convertir a Rusia en una China, en términos de potencia nuclear. Un jugador de segundo o tercer orden, incapaz de enfrentarse a nosotros en términos militares, políticos y diplomáticos. Una potencia nuclear táctica, no estratégica.

La Presidenta reflexionó:

-Eso... eso sería como derrotar a Rusia para siempre, ¿no?

-Algo muy parecido. Como bien dijo usted, sin esa fuerza nuclear son casi un país tercermundista. Sería reducir a Rusia al nivel de... algo entre India y Portugal. Dejaría de ser un operador significativo en el orden internacional. Y tendría que plegarse a las mismas condiciones razonables que aceptan los países normales de su nivel.

"Suprimir a Rusia." Un sueño muy viejo. Lo intentaron los polacos, los franceses, los británicos, los alemanes, los mogoles y muchos más. Ahora, sus huesos rotos yacían en la tierra negra y helada de la vieja Madre Rusia, y la vieja Madre Rusia seguía ahí, ocupando la séptima parte de las tierras emergidas del planeta, llena a rebosar de los recursos que el mundo libre necesitaba para construir el futuro. Y, por cierto, solucionar el endiablado problema actual de la manera más expeditiva.

Pero las palabras del general tenían sentido. Sin fuerza nuclear... no son nada. Ya no. ¿Sería, quizás, Sarah Palin la elegida para hacer lo que emperadores y conquistadores de mundos no pudieron lograr?

-General. Quiero leer todo lo que tengan sobre esa Operación Moon Raven.Sarah Palin

 

VIII. Jacob el pedófilo.

El domingo 12 de diciembre, sobre las 11:30 de la mañana, el vuelo 120 de American Airlines aterrizó en París Charles de Gaulle procedente de Nueva York. Un hombre distinguido, cercano a los 60 años, con traje carísimo y bufanda de seda descendió de la aeronave para tomar un taxi que le llevara rápidamente a la estación de Alésia. Se sentía melancólico, y no sólo por el aspecto triste y oscuro de un París que este invierno no era la ciudad-luz porque no podía pagarlo.

Una vez en la estación de Alésia, el caballero distinguido se metió en el metro parisino y dio vueltas por la red durante casi dos horas, hasta estar seguro de que nadie le seguía. Se trataba de Jacob Vanderbilt-Morgan III, multimillonario, blanco, anglosajón y antes protestante, con residencia en el sector más exclusivo de Washington Heights. Su enorme conglomerado empresarial alcanzaba amplios sectores del complejo industrial-militar de los Estados Unidos: misiles, buques, satélites militares. Viejo y estrecho amigo de numerosos generales, almirantes y presidentes. Para su desgracia, el señor Vanderbilt-Morgan era también pedófilo.

Diremos en su descargo que no lo eligió. Cuando tenía diez años le gustaban las niñas de diez años; el problema es que nunca dejaron de hacerlo, y él jamás supo por qué. Diremos también en su defensa que se contuvo durante años y décadas, viviendo en una dorada soledad, privado de conocer el amor y el deseo sin culpa. Añadiremos incluso que entre sus obras de caridad se contaban numerosas escuelas y hospitales para niños, en una sublimación admirable de sus obsesiones y fantasías más oscuras. A pesar de su secreto, Jacob Vanderbilt-Morgan III no era seguramente el peor de los hombres que han pisado la faz de la tierra.

Hasta el día en que un socio le convenció para firmar un contrato en un lugar de Filipinas llamado Angeles City. Después, se fueron a descubrir la vida nocturna de la ciudad, que contiene el mayor número de prostíbulos infantiles del mundo fuera de Tailandia y la India. Dicen los expertos en chantaje -y la inteligencia militar rusa (GRU) elevó el chantaje a la categoría de arte antes de que Jacob aprendiera a leer- que sólo es necesario poner el veneno de cada cual a su alcance. Y esperar.

Aquellos hombres fueron agradables, cuando le visitaron en su despacho neoyorquino una semana después. Sólo le enseñaron las fotos obtenidas a través de una mirilla del prostíbulo filipino. Jacob era perfectamente reconocible. También las dos niñas. Nunca colaría que alguna de ellas andaba ni siquiera cerca de la pubertad. Los tres estaban en porretas, jugando a médicos más allá de toda duda. Después le indicaron sin violencia ni agresividad alguna, ni siquiera con un gesto de desprecio, sino con cálida profesionalidad, que a partir de ese momento Jacob les pertenecía.

Eso ocurrió ocho años atrás, y desde entonces Jacob hacía viajes como este un par de veces al trimestre. Por negocios, naturalmente. Salió del metro en Pigalle, y subió caminando hasta la catedral de Montmartre, que parece pertenecer más a los cielos que a la tierra. Tomó asiento en una cafetería frente a las blancas cúpulas, y pidió un aperitivo de Pernaud con agua fría.

Apenas cinco minutos después, un hombre que se hacía llamar Lester se sentó en su misma mesa. El viernes, el petróleo había alcanzado los 250 dólares por barril y seguía ascendiendo al infinito.

-Hola, Jacob.

-Hola, Lester.

-Un invierno frío, ¿verdad?

-Muy frío. Demasiado.

-¿Qué tienes para mí, amigo mío?

-Lester, los Estados Unidos van a atacar a Rusia antes de dos semanas.

El hombre que decía llamarse Lester miró el cielo gris entre las cúpulas blancas, más allá de las cristaleras con vaho. Caía algún levísimo copo de nieve sobre un viejo tiovivo de caballitos, solitario, sin niños. Qué tristeza. Qué fatalismo. Qué inevitabilidad.

-¿Cómo van a hacerlo? -preguntó, simplemente.

-Una operación llamada Moon Raven. Quieren destruir las armas nucleares de Rusia en una acción por sorpresa. Dicen que tienen el país infiltrado de espías, que saben dónde están todas. Creen que pueden dejaros sin fuerza nuclear antes de que os déis cuenta. Que entonces negociaréis en sus condiciones.

Lester asintió muy despacio.

-¿Es información segura?

-Mucho. Me ha llegado a través de dos generales y un almirante que están tomando parte en los preparativos. Y nos han hecho un pedido urgente de armamento especial.

-Bueno. Bueno, Jacob. Cuéntame los detalles, amigo mío.Basílica del Sagrado Corazón, Montmartre, París

 

 

IX. Tambores de guerra.

-Todo esto es una gilipollez -protestó el oligarca Andrei Kovalchuk-. Estamos perdiendo una montaña de dinero.

-No estamos perdiendo ningún dinero -repuso Alexei Miller, director general de Gazprom-. Asia está comprando todo lo que les podamos vender. Europa es el pasado, Asia es el futuro. De todas formas, cuando esto pase volverán a suplicarnos más gas. Y más petróleo. Sabemos que los pozos del Golfo Pérsico están sobreexplotados. En unos años más, estarán sacando barro de ese maldito desierto. Nosotros somos el futuro energético del mundo.

-Pero la OTAN sigue siendo la fuerza militar más poderosa del mundo -consideró el ministro Borschkov, del clan de San Petersburgo-. Ya ven ustedes lo que están dispuestos a hacer. Yo creo que ha llegado el momento de suavizar un poco las cosas.

Se reunían en una cálida cabaña para cazadores a medio camino entre Moscú y San Petersburgo, en lo más profundo del bosque. Tropas especiales spetsnaz patrullaban los alrededores bajo la ventisca. Estaban allí representados los principales poderes de Rusia, al calor de la gran chimenea. Inmediatamente bajo sus pies, había un refugio antiatómico al que se podía acceder en menos de un minuto.

-¿Suavizar? -ironizó el Primer Ministro Putin- Por el contrario. Este es el momento de apretarles las tuercas. Europa y Estados Unidos están en decadencia. Es hora de ponerlos en su sitio. Que la Palin haya decidido atacarnos es una oportunidad única. Los esperaremos, los destruiremos y así le mostraremos al mundo el nuevo orden de las naciones. Es como lo de Georgia, en versión global.

-Yo sigo pensando que es muy peligroso -dijo el presidente Medvédev-. ¿Cómo sabemos que nuestro agente... el millonario... nos ha contado la verdad?

Vladimir Putin hizo un gesto al jefe del GRU, la inteligencia militar, que contestó:

-Nunca nos ha mentido. Siempre es posible que le hayan dado la vuelta y estén tratando de asustarnos a través de él, pero... coincide con lo que sabemos por otras fuentes y con los preparativos que hemos detectado. Esa operación Moon Raven... bueno, siempre hemos sabido que tenían que tener algo así. Nosotros lo tuvimos también. Yo creo que es real.

-Pero no conocemos todos los detalles. Ni siquera la fecha exacta -protestó el ministro Borschkov.

-Realmente no es necesario -dijo el general Baturin, de la Junta de Jefes de Estado Mayor, principal representante de los siloviki-. Nos podemos imaginar el resto bastante bien.

-¿Y los podemos derrotar?

Al general Baturin se le dibujó en la cara una sonrisa letal.

-¿Una fuerza de intervención dentro de Rusia? Los aplastaremos. Los dejaremos entrar, como si no pasara nada, y luego los destruiremos.

-¿Piensan dejarlos entrar? -exclamó Medvédev, nervioso.

-Pues claro. Que vengan. Y una vez dentro, los mandaremos al infierno. Dentro de nuestro propio país, nos sobra capacidad. Y todo es justificable en defensa propia. Si esa Palin quiere jugar a Saakhasvili... ¿por qué no?

-Pues yo quiero una votación -insistió el ministro Borschkov-. Sé que estoy en minoría, pero quiero una votación. Mi gente y yo no asumiremos esta responsabilidad.

-Me parece muy bien -contestó Vladimir Putin, de inmediato.

Hubo una rápida votación. El resultado fueron siete votos a favor de Vladimir Putin y el general Baturin, dos a favor de reducir la tensión, y hubo cuatro abstenciones. Mayoritariamente, de los oligarcas. Ciertamente, era hora de poner a Europa y Estados Unidos en su sitio. Una agresión contra Rusia que se saldara con una gran derrota... bien, cambiaría el orden mundial durante un siglo. Y en ese nuevo orden mundial, los polos de poder bascularían hacia Oriente. Lejos de la decadente Europa y de la renqueante Norteamérica. Fuera, la ventisca arreciaba sacudiendo los cristales con gran violencia.Parque Nacional de Uzhin, en las Colinas del Valdai, Región de Novgórod, Rusia. Hay una residencia oficial del Presidente de Rusia en su interior.