Todos los que vivimos en Galicia, aún no siendo marineros, tenemos un profundo respeto por el océano que nos envuelve, que ha cincelado nuestra historia a golpes de mar, tanto en sentido metafórico, pues fue la válvula de escape de tantas generaciones de emigrantes, como en sentido real, ya que el Atlántico da la vida y la quita a su antojo; enfrentarse a él es inútil, y sólo cabe el recurso a la legendaria fatalidad de los gallegos.