"La Iglesia dice que iré al infierno por una mancha causada por una mujer que comió una fruta, instigada por una culebra parlante. Para evitarlo debo creer que alguien era Dios y también era Hijo de Dios. Que a Dios lo engendró un Espíritu con aspecto de paloma que también era Dios y que fecundó a su propia madre, quien nunca tuvo sexo. Y que Dios hizo que a aquel lo crucificaran los romanos para que su sangre derramada me limpiara la maldición de la culebra. ¿Y dicen que los ateos somos raros?"