La clase política de este pais, practicamente en su totalidad, empezando por el presidente y acabando por el ultimo alcalducho de un pueblo que no viene en los mapas, da ganas de vomitar. La chabacaneria, la chulería, hacer gala de su analfabetismo, el garrulismo rampante, la prepotencia, son signos inequivocos del politicucho español, sea del pelaje que sea. Somos el hazmerreir no ya de Europa, sino del mundo. Y ahora viene el cacique de Pelayos a poner la penultima (con semejante piara nunca puedes decir que es la ultima) guinda.