#13 Aún recuerdo que por el 2015 más o menos en Portugal, para combatir la economía sumergida, por declarar todas tus facturas (que cuando pedías el ticket debían incluir tu NIF o número de contribuinte que allí es diferente al número del su DNI), participabas en un sorteo semanal de un coche de lujo. Creo que por cada 10€ gastados y declarados tenías una participación. Ahora que ya se ha acostumbrado todo el mundo a dar y pedir facturas, creo que ya no siguen con esos incentivos, aunque sí que puedes desgravar un porcentaje de tus gastos según en qué sector los hayas hecho.
Y claro, hasta por un café te daban el ticket. Y había que ir verificando todas tus compras en la web de Hacienda. Recuerdo que mi mujer lo hacía con frecuencia desde el portátil, comprobando qué facturas tenía y dándolas de alta. Además que como comentas, parte de lo que declaras en tus facturas de gastos lo puedes desgravar en tu declaración de renta.
De hecho han cambiado tanto las costumbres que ahora es muy raro que cuando vas a pagar en cualquier comercio o supermercado no te pregunten lo de "Quere fatura com número de contribuinte?". Si dices que no pues emiten una factura simplificada, pero la emiten sí o sí.
Y hace muchos años mi hermano, que viajaba con frecuencia a Italia, me decía que allí era obligatorio pedir el ticket/factura porque si al salir del comercio, café o lo que fuese te paraba un inspector de hacienda (y me decía que había muchos a la caza de los que no pedían factura) y no la tuvieses por no haberla pedido o no te la hubiesen dado, multaban tanto al local por no haberla emitido como al cliente por no haberla pedido. No sé si ahora sigue siendo igual...
Hombre, fijo que siendo un amante de las armas tan profesional todo esto no fue más que un cúmulo de desafortunados infortunios.
Porque ya es tener la suerte de culo estando tranquila y sosegadamente limpiando su colección de proyectiles como mandan las normas de seguridad, esto es, en pelota picada, con velas aromáticas, luz tenue y suave música de boleros de fondo, dándoles vaselina y sacándoles brillo cuando de repente va y tropieza por culpa de la mierda de pantuflas del chino. Y con un ágil reflejo trata de evitar el traspiés, así que salta hacia adelante con la idea de proteger su cabeza del posible impacto, y da un giro en el aire, cuan felino salvaje, cayendo de culo, pero con tan mala suerte que el más gordo de los proyectiles de su colección, aquel al que llama cariñosamente "the big black decker" unas veces y otras "bandido traidor, tú sí que sabes lo que a mí me gusta" y que casualmente era el único que estaba de pie en el suelo, va y se le introduce por su prístino e inocente ojete. Y el pobre, angustiado y con los ojos en blanco, no pudiendo hacer nada para evitarlo, solo pensó en que si llega a intentarlo a propósito, no hubiese acertado ni afinando la puntería. Mira que hay gente mal pensada.