Sólo la frase de la entrada me parece que pincha en hueso, y además pincha bien.
La existencia o no de un debate sobre vacunas y la existencia o no de un debate sobre si se debe pegar a la mujer son cuestiones totalmente diferentes. La primera es una cuestión puramente científica, mientras que la segunda es una cuestión puramente ética.
El uso de vacunas se supone positivo para la población porque evita muchas enfermedades, algunas de ellas muy graves. No se cuestiona si se deben usar (éticamente) porque por definición son algo bueno. Evidentemente, el hecho de que sean buenas se debe probar científicamente, y en ese sentido es un error decir que no debe de haber un debate. SIEMPRE debe haber debate en ciencia. Claro que este debe basarse en la evidencia, los datos, las observaciones, el razonamiento correcto, y siempre con un enfoque racional. Y de todas estas cosas, los antivacunas acusan la falta de un buen puñado de ellas.
El debate con el que éste se compara no existe por hipótesis. No hay debate porque se asume que está mal, pero, como en toda cuestión ética, es esencialmente arbitrario. No debatimos sobre si pegar a las mujeres está bien o mal: está mal y punto. Lo aceptamos como premisa. Por fortuna.
La existencia o no de un debate sobre vacunas y la existencia o no de un debate sobre si se debe pegar a la mujer son cuestiones totalmente diferentes. La primera es una cuestión puramente científica, mientras que la segunda es una cuestión puramente ética.
El uso de vacunas se supone positivo para la población porque evita muchas enfermedades, algunas de ellas muy graves. No se cuestiona si se deben usar (éticamente) porque por definición son algo bueno. Evidentemente, el hecho de que sean buenas se debe probar científicamente, y en ese sentido es un error decir que no debe de haber un debate. SIEMPRE debe haber debate en ciencia. Claro que este debe basarse en la evidencia, los datos, las observaciones, el razonamiento correcto, y siempre con un enfoque racional. Y de todas estas cosas, los antivacunas acusan la falta de un buen puñado de ellas.
El debate con el que éste se compara no existe por hipótesis. No hay debate porque se asume que está mal, pero, como en toda cuestión ética, es esencialmente arbitrario. No debatimos sobre si pegar a las mujeres está bien o mal: está mal y punto. Lo aceptamos como premisa. Por fortuna.