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obsZeno

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Las SmartTV de LG envían nombres de ficheros del USB a servidores de LG [64]

  1. #25 si te refieres a bloquear tu tele en el router, el que pierde eres tu. te sugiero que en su lugar hagas que la tele se conecte a tu pc, y ahí bloqueas las ip mediante el archivo hosts:

    mundo unix => someonewhocares.org/hosts/
    mundo windows => winhelp2002.mvps.org/hosts.htm

    deberías modificar ese achivo añadiendo direcciones chungas de lg, a costa de perder funcionalidades del servicio que te brinda.

    #35 de hecho, hasta ahora el dispositivo arm android más compatible con una distro, es el Galaxy Note 10.1
    www.linux-arm.info/index.php/501-debian-linux-on-the-samsung-galaxy-no

Poco que añadir... [7]

  1. Las Cárceles, de Miguel Hernández


    I

    Las cárceles se arrastran por la humedad del mundo,
    van por la tenebrosa vía de los juzgados:
    buscan a un hombre, buscan a un pueblo, lo persiguen,
    lo absorben, se lo tragan.

    No se ve, que se escucha la pena de metal,
    el sollozo del hierro que atropellan y escupen:
    el llanto de la espada puesta sobre los jueces
    de cemento fangoso.

    Allí, bajo la cárcel, la fábrica del llanto,
    el telar de la lágrima que no ha de ser estéril,
    el casco de los odios y de las esperanzas,
    fabrican, tejen, hunden.

    Cuando están las perdices más roncas y acopladas,
    y el azul amoroso de las fuerzas expansivas,
    un hombre hace memoria de la luz, de la tierra,
    húmedamente negro.

    Se da contra las piedras la libertad, el día,
    el paso galopante de un hombre, la cabeza,
    la boca con espuma, con decisión de espuma,
    la libertad, un hombre.

    Un hombre que cosecha y arroja todo el viento
    desde su corazón donde crece un plumaje:
    un hombre que es el mismo dentro de cada frío,
    de cada calabozo.

    Un hombre que ha soñado con las aguas del mar,
    y destroza sus alas como un rayo amarrado,
    y estremece las rejas, y se clava los dientes
    en los dientes del trueno.

    II

    Aquí no se pelea por un buey desmayado,
    sino por un caballo que ve pudrir sus crines,
    y siente sus galopes debajo de los cascos
    pudrirse airadamente.

    Limpiad el salivazo que lleva en la mejilla,
    y desencadenad el corazón del mundo,
    y detened las fauces de las voraces cárceles
    donde el sol retrocede.

    La libertad se pudre desplumada en la lengua
    de quienes son sus siervos más que sus poseedores.
    Romped esas cadenas, y las otras que escucho
    detrás de esos esclavos.

    Esos que sólo buscan abandonar su cárcel,
    su rincón, su cadena, no la de los demás.
    Y en cuanto lo consiguen, descienden pluma a pluma,
    enmohecen, se arrastran.

    Son los encadenados por siempre desde siempre.
    Ser libre es una cosa que sólo un hombre sabe:
    sólo el hombre que advierto dentro de esa mazmorra
    como si yo estuviera.

    Cierra las puertas, echa la aldaba, carcelero.
    Ata duro a ese hombre: no le atarás el alma.
    Son muchas llaves, muchos cerrojos, injusticias:
    no le atarás el alma.

    Cadenas, sí: cadenas de sangre necesita.
    Hierros venenosos, cálidos, sanguíneos eslabones,
    nudos que no rechacen a los nudos siguientes
    humanamente atados.

    Un hombre aguarda dentro de un pozo sin remedio,
    tenso, conmocionado, con la oreja aplicada.
    Porque un pueblo ha gritado, ¡libertad!, vuela el cielo.
    Y las cárceles vuelan.

    EL HOMBRE ACECHA
    (1937-1939)

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