#2 Me gusta tu manera estupida de defender la violencia del estado al individuo como 'necesaria' y menospreciar la violencia del individuo al estado....
Por gente como tu deje de tener esperanza en la humanidad....
Con 24 añitos y esa cara de cordero... Q penita...
#2 ¿Y quién decide el caso concreto donde se debe utilizar la violencia?
No suponía ni por un momento que alguna persona justificara el uso de la violencia en ningún caso.
Como nosotros mismos sigamos justificando según qué atrocidades, habrá que recordar aquella frase de Anguita que una vez soltó en un mitín: "Teneis lo que os mereceis". Hace muchos años de aquello. Pero dijo la verdad. Tenemos lo que nos merecemos.
#2 Si leíste el articulo convendrás conmigo que tu comentario no tiene pies ni cabeza.
Te lo resumo: <Sin embargo, tanto a los que toman las decisiones de reprimir como a los que miran hacia otro lado o las celebran, bien debemos llamárselo: ¡cerdos!>
Ya si quieres más información.......
<Alguien dirá que no se puede comparar las dictaduras con las democracias. Por el contrario, lo que tiene sentido comparar es precisamente las cosas que son distintas; sería absurda una comparación, pongamos por caso, de un bolígrafo bic azul con un bolígrafo bic azul.>
<El primer elemento que comparten dictaduras y democracias, como cualquier régimen político moderno, es que las tareas de policía están encomendadas a un cuerpo profesional de funcionarios. Quien tramita una denuncia es un funcionario, quien investiga un robo es un funcionario, quien da una patada en la cabeza a un joven en el suelo antes de detenerle es un funcionario, quien aplica la tortura como parte de un dispositivo procesal —ya lo dijo Eduardo Galeano— es sólo un funcionario. ¿Cuál es la diferencia entre unos y otros? Hay quien hablaría de convicciones y de conciencia y seguramente nos diría que los policías de las dictaduras son distintos a los de las democracias. Concederemos que quizá sí, hasta cierto punto, aunque la experiencia histórica española dice lo contrario y los estudios de Bauman (Modernidad y Holocausto) y de Arendt (Eichmann in Jerusalem) demuestran que la diferencia entre un funcionario de la democracia y uno de la dictadura está en la autoridad que le da las órdenes. Como sabemos, la "obediencia debida" ha sido la coartada universal de todos los funcionarios que por las paradojas del destino se han visto en el banquillo de los acusados (desde Núremberg a La Haya pasando por Buenos Aires).>
<segunda característica que comparten dictaduras y democracias es un cierto consenso social de veneración fetichista hacia la autoridad. La retórica de la "lucha contra… » ver todo el comentario