[del final de la respuesta anterior que concluye con "Ver esas ruinas es impresionante e interesante desde el punto de vista arqueológico porque ves cómo realmente quedan restos de los puteros y de los usuarios, de los hombres, pero del ‘ganado’, de la esencia de ese negocio, las mujeres explotadas y esclavizadas, apenas queda. No hay registros, lo que nos enfrenta directamente con la situación."]
P: ¿Qué situación? ¿Por qué sí hay restos de los clientes y no de las mujeres que ejercieron en esos lugares la prostitución?
R: Nosotros hemos excavado en el Valle de los Caídos, en campos de redención de penas franquistas, en campos de concentración, en cárceles. Y esto es mucho peor. Porque en todas esas arquitecturas, las personas que pasaron por allí dejaron constancia de su paso a través de grafitis o siempre hubo una voluntad de reafirmar su identidad o de dignificar su paso por esos sitios. En cambio, en estos puticlubs jamás vas a encontrar un grafiti o una declaración de ninguna de estas mujeres. Hay un puticlub, el ‘Blanco y Negro’, en León, que es modélico en este sentido.
P: ¿Qué encontraron allí?
R: No había habitaciones, solo celdas con ventanas de 30 por 30 centímetros, ni camas tenían, solo pibotes de hormigón con una tabla y un colchón. Y entonces en ese espacio, entre la tabla y esos pibotes, sí hemos encontrado algunos elementos vinculados a estas mujeres que son demoledores. Por ejemplo, medicamentos contra el ácido úrico. Estas mujeres eran alcoholizadas y drogadas para mantener el ritmo de trabajo. Había también alguna revista del corazón de los años 90, un ejemplo de cómo estas mujeres proyectaban su vida miserable en otras vidas. Es alucinante. Pero realmente no queda apenas nada de ellas. Porque allí el negocio era mover rápido a las chicas, ‘quemar’ la mercancía, llevarlas a otro ditio, traer chicas nuevas. Había hasta alambres de espino. Eran auténticas cárceles.