Teniendo yo 19 años, una noche estaba en el trabajo, había poco curro (trabajaba en atención al cliente empresas de la extinta Airtel, y a partir de las 20 00-20 30 las llamadas bajaban drásticamente, y hasta las doce que salíamos...)y las compañeras estábamos hablando de sexo. Ellas entonces, creían que yo aún era virgen (mi hermana mayor estaba presente, así que tenía que fingir que ni me había besado con chicos, pese a haberlo hecho, si no quería tener bollo en casa). Había compañeras que hablaban de sexo sin tapujos, que contaban cómo habían ligado con éste o aquél, anécdotas graciosas de noches locas... otras, hablaban de sus maridos o novios, y otras nos limitábamos a escuchar. Una de las mujeres, que entonces tendría unos treinta, si llegaba (os hablo del año 2000), a una de las chicas que contaba que se había llevado a su casa a un tío la noche de conocerlo, le preguntó en serio: "¿perdona, pero... qué diferencia hay entre una puta y tú?".
La chica contestó que ella, lo hacía por gusto, no por dinero, y varias compañeras más la apoyamos "¿que no lo hacen igual los tíos...? Está soltera, puede hacer lo que le dé la gana... ¡Por Dios, hemos cambiado de siglo, ¿seguimos igual que en los cincuenta?". Pero hubo otro par de compañeras que estaban de acuerdo, que acostarse con tíos sin tener una relación, o hasta sin estar casadas, era una guarrada y algo propio de putas. El ÚNICO compañero que teníamos, Jesús, un tipo altísimo y simpático como él solo, y que tendría unos 26 por entonces, bromeó diciendo que las mayores de treinta y cinco, tenían unas ideas, y las menores otras, y que él no quería virgencitas en la cama, que las prefería enseñadas... Lógicamente, no se me ocurrió despuntar que yo no era ya virgen y que tenía un amo, ni aún cuando no hubiera estado mi hermana delante.
El prejuicio, existe. Y es cierto que hay mucho tío del paleolítico suelto por ahí de "ah, yo no quiero plato de segunda mesa... es que una llave que abre todas las cerraduras, es una llave maestra, una cerradura que se abre con cualquier llave, es una mierda de cerradura", pero también hay MUCHAS MUJERES que, no sé si por envidia o qué, pero detestan que las mismas mujeres tengamos libertad sexual. El peor enemigo de una mujer, siempre es otra mujer.
La chica contestó que ella, lo hacía por gusto, no por dinero, y varias compañeras más la apoyamos "¿que no lo hacen igual los tíos...? Está soltera, puede hacer lo que le dé la gana... ¡Por Dios, hemos cambiado de siglo, ¿seguimos igual que en los cincuenta?". Pero hubo otro par de compañeras que estaban de acuerdo, que acostarse con tíos sin tener una relación, o hasta sin estar casadas, era una guarrada y algo propio de putas. El ÚNICO compañero que teníamos, Jesús, un tipo altísimo y simpático como él solo, y que tendría unos 26 por entonces, bromeó diciendo que las mayores de treinta y cinco, tenían unas ideas, y las menores otras, y que él no quería virgencitas en la cama, que las prefería enseñadas... Lógicamente, no se me ocurrió despuntar que yo no era ya virgen y que tenía un amo, ni aún cuando no hubiera estado mi hermana delante.
El prejuicio, existe. Y es cierto que hay mucho tío del paleolítico suelto por ahí de "ah, yo no quiero plato de segunda mesa... es que una llave que abre todas las cerraduras, es una llave maestra, una cerradura que se abre con cualquier llave, es una mierda de cerradura", pero también hay MUCHAS MUJERES que, no sé si por envidia o qué, pero detestan que las mismas mujeres tengamos libertad sexual. El peor enemigo de una mujer, siempre es otra mujer.