Los compresores de las neveras actuales pueden llegar a alcanzar presiones por encima de los 50 bar, aunque los fluidos de refrigeración funcionen con presiones inferiores. Por tanto se podría adaptar la tecnología actual a estos nuevos materiales. De cualquier modo, un material sólido no necesita (y de hecho no puede) fluir por el interior de las tuberías de la nevera, con lo cual dichas tuberías no van a estar sometidas a 70 bar. Bastaría con utilizar un fluído transmisor de calor (aire, agua, alcohol, etc.) que transmita el "frío" generado por el material sólido al interior de la nevera. Este material se podría comprimir/expandir en el interior de un pistón de acero. Por otro lado, aunque 70 bar puede parecer una presión elevada, los materiales sólidos de refrigeración que existían hasta ahora necesitaban presiones por encima de los 1000 bar para refrigerar. Por tanto esta reducción de dos órdenes de magnitud, hace que este avance sea muy significativo y acerque el rango de presión a las presiones que pueden alcanzar los compresores de las neveras. Por poner un ejemplo más cotidiano, 70 bar es la presión que ejerce el tacón de un zapato al caminar sobre el suelo, es decir, si la superficie es lo suficientemente pequeña, la fuerza a aplicar es mucho menor. Aunque sí es cierto que el futuro de estos materiales pasa por reducir aún más el rango de presiones de trabajo. Por último, este artículo no trata de presentar la nevera definitiva, sino que pretende dar a conocer de una manera divulgativa las nuevas alternativas ecológicas que existen a los HFCs, que son gases de efecto invernadero y que contribuyen al calentamiento global. Al final un cambio de tecnología en un sector tan asentado como el de la refrigeración, tiene que pasar por una concienciación social hacia la mejora del medioambiente. Es responsabilidad de todos reducir al máximo el impacto medioambiental.