Porque después de un partido (y más si eres delantero) cuando te vas a la cama si te pones de un lado te duele un hombro, del otro lado el otro, boca arriba la espalda, y boca abajo mejor no lo intentes. Agarras una buena, caes como un ladrillo y al día siguiente te levantas hecho una mierda pero conforme pasa el día ya se va arreglando la cosa.