En el Cantábrico, igualmente, esta situación está provocando disputas entre bañistas y responsables de las escuelas. En los últimos años ha aumentado el número de escuelas y aprendices de surfista de manera desproporcionada. Y lo peor es que el surf no se aprende en una semana de cursillo, por lo que estas escuelas son prácticamente un timo para los alumnos, además de un peligro para el resto de usuarios de la playa.