Si no tuviera cargas familiares no me preocuparía tanto por el sueldo, y más por el tipo de empresa al que fuera a trabajar.
Cuando empecé a trabajar elegí una empresa pequeña y enchufada en la Patronal que tenía un montón de trabajo y donde me pagaron muy bien. Sin embargo allí no aprendí casi nada porque no había nadie realmente bueno de quien aprender. Tomé conciencia de ello mucho más tarde, y me arrepiento de la decisión. El valor de una empresa, sobre todo cuando estás empezando, está en lo que vas a poder aprender. Me di cuenta de ello años más tarde cuando tomé contacto con un consultor de una multinacional que fue a echar una mano en un proyecto en el que yo trabajaba. Sentí vergüenza de mí, y una depresión profunda viendo a mis compañeros defenderse de su ignorancia en vez de reconocer la demostración de excelencia profesional que habíamos recibido. No es que fuera más inteligente, es que había recibido una formación integral, y había visto cosas que ni el replicante de Blade Runner. Nosotros, por contra, habíamos pasteleado en los proyectos. Cuando llegué llevaban años haciendo lo mismo de la misma forma. Yo alcancé a crearme mi propio material y a aportar lo que pude a los demás, pero sin añadir más valor que mis propias invenciones. Hay conocimientos profesionales que no están en los libros, sino en el propio know how de la empresa. Si en ella no hay gente realmente buena, no esperes gran cosa de tu paso por ella.
Valorar una experiencia profesional por lo que te pagan es un suicidio profesional. Y si te suicidas profesionalmente no esperes después que te paguen más de lo que vales.
Un club de fútbol (uno sólo, no entre todos) puede acumular deudas de 500MM con Hacienda y la Seguridad Social, y no pasa nada.
Pero como un autónomo que las está pasando putas se retrase unos días en el pago de las cuotas, a ése lo crujen a recargos. Y si hace falta le embargan.