—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son piratas, sino molinos, y lo que en ellos parecen brazos con ipods llenos de descargas ilegales son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
Algunos se quejaban aquí, hace unas semanas, del excesivo protagonismo de Assange.
Ahora se está demostrando que para un gran movimiento, siempre debe haber un líder o, en este caso mártir, que dé la cara por todos.
Wikileaks no sería nada si solo fuera una web que va colgando cables. Se necesitaba a alguien que se pusiera a la cabeza.
Assange ha conseguido con su detención, que el que no tenía ni idea de lo que era Wikileaks, ni valorara su trabajo, se diera cuenta de qué tipo de democracias tenemos y qué tipo de personajes nos gobiernan.