El unplugged que más vi en aquellos años fue el de Pearl Jam, mítico con Dave Abbruzesse (nunca sé cómo se escribe bien, me pasa como con Terminator) a la batería y el que más escuché fue el de Eric Clapton. El de Nirvana era como neh!, porque era demasiado... íntimo y desenchufado. Con el tiempo me fue pareciendo una obra maestra en directo. Aunque me encantaron en su momento, estoy de acuerdo en parte con Dee Snaider cuando dice que los unpluggeds mataron al rock en los 90.