Como el propio artículo dice al final, lo de Boukreev es discutible. John Krakauer, en efecto, lo pinta de otra manera: Boukreev (que confesaba abiertamente que ayudaba a escalar sólo por dinero, y que no tenía demasiada vocación de guía de montaña), sube sin oxígeno y luego baja a su ritmo para abajo, en lugar de ayudar a los escaladores. Luego, cuando se da cuenta de que arriba se está liando parda, acude porque al fin y al cabo se supone que estaba a cargo de esos hombres, que tenían nociones de alpinismo pero le habían pagado por servirles de guía (la declaración inicial en el artículo es, claro, discutible: una cosa es que allí nadie es un niño y sabe a lo que va, y otra cosa es que cuando estalla una tormenta en la cima del Everest, tú estés a bastante distancia de la que gente a la que supone que estás ayudando, como si fueras un alpinista individual). Todo el mundo está de acuerdo en que la hazaña de rescate de Boukreev es heroica, algunos apuntan que hasta cierto punto marcada por la culpabilidad. De hecho, Krakauer se lamenta que, probablemente debido a sus propias críticas, Boukreev asumió más riesgos para ayudar a sus clientes en los siguientes ascensos, lo cual fue probablemente la causa de su muerte en su última ascensión, justo cuando él y Krakauer habían comenzado un tímido deshielo.
En todo caso, Boukreev héroe o villano, la conclusión de todos estos hechos está clara: ir al Everest no es un viaje de turismo cualquiera y no puedes tener a gente inexperta en la montaña, y menos en esas cantidades. Es cuestión de tiempo de que haya un accidente mucho más gordo que el del 96. Y lo malo no es Boukreev o no: la experiencia dice que cuando vienen mal dadas, aunque hay de todo, los alpinista, que son humanos, se dejan guiar por algo tan humano como el "sálvese quien pueda". Lo dicho, se va a liar.
En todo caso, Boukreev héroe o villano, la conclusión de todos estos hechos está clara: ir al Everest no es un viaje de turismo cualquiera y no puedes tener a gente inexperta en la montaña, y menos en esas cantidades. Es cuestión de tiempo de que haya un accidente mucho más gordo que el del 96. Y lo malo no es Boukreev o no: la experiencia dice que cuando vienen mal dadas, aunque hay de todo, los alpinista, que son humanos, se dejan guiar por algo tan humano como el "sálvese quien pueda". Lo dicho, se va a liar.