Hay que quitarles el burka a las mujeres musulmanas porque nosotros estamos mucho más civilizados que ellos y sabemos lo que es bueno y santo. El siguiente paso será convencerlas de que se pongan ropa provocativa, se maquillen como payasos y se suban a unos tacones imposibles. El modelo a seguir para adaptarse a nuestras costumbres está claro, lo pueden ver en cualquier marquesina de autobús: mujeres extremadamente delgadas, en ropa interior, con gesto procaz, ofrecidas como mercancia de deseo sexual para mantener en marcha la maquinaria capitalista. Ánimo chicas, adaptaos a Occidente; ponemos a vuestra disposición la anorexia, la silicona, el bótox y hasta la cocaína si es preciso. Somos el modelo a seguir porque ganamos todas las guerras.