A O.J Simpson lo declararon inocente por muchas razones ajenas a las pruebas en su contra. Un jurado popular compuesto principalmente por jóvenes negros, que escuchó a la defensa decir una y otra vez que a O.J lo perseguían por ser negro y exitoso. Insistían que las pruebas habían sido mal recolectadas y que la policía había tenido animosidad (racial) contra el acusado. Un caso por asesinato se convirtió en un caso político, donde lo que se atacaba o defendía era la raza del acusado, no sus actos.
Aunque insuficiente, Simpson fue condenado al ostracismo después del asesinato ya que nadie en su círculo creía en su inocencia.