Desde la reciente muerte de Amy Winehouse he leído y participado en varios debates abiertos acerca del tema de las drogas y su relación con el mundo del artisteo.
Cuando he expresado mi rechazo, desde el sector más progre se me ha tachado de mojigato. Yo respondo que no es cuestión de mojigatez, pero me niego a hacer apología de las drogas.
Me parece una pobre defensa venir a decir que como 'casi todos los músicos famosos consumen' se convierta en un estilo de vida no reprobable; menos aún intentar justificarlo ejemplificando con grandes rockeros que llevan muchas décadas (mal)viviendo de ello.
Los defensores vienen a decir que el trabajo como artistas es independiente de su vida personal, y que en esta cada cual puede hacer lo que quiera. Sólo puedo responder que quien quiera drogarse, que lo haga, obviamente; pero que no se intente justificar con que 'lo malo es el abuso', malo es siempre y cada cual calibra el riesgo que quiere asumir; soy consciente que la mayoría de nosotros tenemos hábitos que podrían considerarse poco saludables, no soy hipócrita.
Por voz privilegiada que tuviese, Amy Winehouse también vendía imagen y su vida personal formaba parte de ello. ¡No me jodas! Que se hizo famosa con un tema donde se jactaba de pasar de ir a rehabilitación... Yo hubiese preferido un hit menos en la historia de la música y una intérprete cojonuda por muchos años.
Por supuesto tampoco apruebo que se aplauda la muerte de nadie, ni acepto valoraciones personales del tipo 'se lo tenía merecido'. No tenemos autoridad moral para decir si alguien merece o no morir.
Otra cosa que me hace gracia es que esos mismos defensores de un estilo de vida sórdido y autodestructivo, porque son artistas talentosos y eso les convierte en sobrehumanos y sus muertes en mitos, son los mismos que condenaron a los palmeros de Ortega Cano cuando salió del hospital.
Me jode sobremanera, a nivel muy personal, que la mayoría de obras maestras de cualquier disciplina de las artes se hayan creado bajo sustancias enajenantes o alterantes de la conducta o la percepción. Para mí no le quita valor a la obra, pero sí al artista o a la capacidad humana en sí.
Todo este debate me ha recordado al dilema de las cajas. Se os ofrecen 100 cajas, cerradas y opacas, y se os dice que en una hay diez millónes de euros y en otra una bomba que mata al instante; ¿Cuantas cajas estaríais dispuestos a abrir?
Mira, estudié neurociencia cuando hacía psicología. Y entonces allí nos hablaban de que cuando los animales tienen lesionado una glándula que se llama… las amígdalas, empiezan a presentar comportamientos tales como los que hacen los… homosesuales: copular por el ano. En donde el ano, al recibir esos… esos espermas, no puede nunca… engendrar, porque se encuentra con caca. Entonces… yo no creo que eso sea interesante para la sociedad en ningún aspecto.
Cuando he expresado mi rechazo, desde el sector más progre se me ha tachado de mojigato. Yo respondo que no es cuestión de mojigatez, pero me niego a hacer apología de las drogas.
Me parece una pobre defensa venir a decir que como 'casi todos los músicos famosos consumen' se convierta en un estilo de vida no reprobable; menos aún intentar justificarlo ejemplificando con grandes rockeros que llevan muchas décadas (mal)viviendo de ello.
Los defensores vienen a decir que el trabajo como artistas es independiente de su vida personal, y que en esta cada cual puede hacer lo que quiera. Sólo puedo responder que quien quiera drogarse, que lo haga, obviamente; pero que no se intente justificar con que 'lo malo es el abuso', malo es siempre y cada cual calibra el riesgo que quiere asumir; soy consciente que la mayoría de nosotros tenemos hábitos que podrían considerarse poco saludables, no soy hipócrita.
Por voz privilegiada que tuviese, Amy Winehouse también vendía imagen y su vida personal formaba parte de ello. ¡No me jodas! Que se hizo famosa con un tema donde se jactaba de pasar de ir a rehabilitación... Yo hubiese preferido un hit menos en la historia de la música y una intérprete cojonuda por muchos años.
Por supuesto tampoco apruebo que se aplauda la muerte de nadie, ni acepto valoraciones personales del tipo 'se lo tenía merecido'. No tenemos autoridad moral para decir si alguien merece o no morir.
Otra cosa que me hace gracia es que esos mismos defensores de un estilo de vida sórdido y autodestructivo, porque son artistas talentosos y eso les convierte en sobrehumanos y sus muertes en mitos, son los mismos que condenaron a los palmeros de Ortega Cano cuando salió del hospital.
Me jode sobremanera, a nivel muy personal, que la mayoría de obras maestras de cualquier disciplina de las artes se hayan creado bajo sustancias enajenantes o alterantes de la conducta o la percepción. Para mí no le quita valor a la obra, pero sí al artista o a la capacidad humana en sí.
Todo este debate me ha recordado al dilema de las cajas. Se os ofrecen 100 cajas, cerradas y opacas, y se os dice que en una hay diez millónes de euros y en otra una bomba que mata al instante; ¿Cuantas cajas estaríais dispuestos a abrir?