Estos programas de televisión tienen más poder que cualquier periódico: malean la opinión popular de una porción no menor de la sociedad española, la de las amas de casa. Estas ideas que enuncia Ana Rosa son las que luego pululan en las sobremesas dominicales de boca de señoras de cincuenta años que, sin darse cuenta, repiten como loros lo que dice Ana Rosa (o Griso, o la Campos) con ese tono de voz tan casual e informal. Está todo pensado al milímetro, y ningún streamer de Twitch o portada de Menéame puede con ese poder de convocatoria.